alguna vez fui yo mirando antaño,
por mucho que parezca ser extraño,
miraba al otro yo, pequeño infante.
Esa visión constante el cielo infringe:
no es noche ni mañana ni es la tarde.
En mí tiempo y espacio hacen alarde
de ser yo mismo trampa de la esfinge.
He sido lo que soy y seré luego:
la paz y la batalla y nueva paz,
las sempiternas fechas del jamás,
cardo y ceniza, viento, aliento y fuego.
Me mira allí adelante el viejo hombre,
ese que va conmigo y con mi nombre.
Glauco
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