las flautas y las trompetas
y comienzan los temblores
de las pasiones secretas.
Se derraman los soneros
sobre el compás del bailable.
Lo hacen igual los bateros
con su ritmo inolvidable.
Y ese ritmo crece,
aparece y reaparece,
mece y palidece,
amanece y reverdece
Vamos a bailar
en este y otro lugar.
¡Ritmo singular
que nadie puede olvidar!
Pues, caderas y rodillas
aprisionan lo inmutable
y mueven las maravillas
con el ritmo inolvidable.
Glauco
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