Se tiene por censura lo certero.
Está desvalorada la denzura
de aquello que se encierra en el “te quiero”.
Te quiero con la típica figura
del niño que adormece al Canserbero
e impide que se pierda la ternura
en manos del insípido barquero.
Se aloja entre mis manos la postura
lozana que acaricia el cenicero.
Caricia del amar que es amargura
magnífica nacida del Primero.
Primero fue la vida una espesura,
neblina acurrucando al aguacero,
magnífica madeja que perdura
llenando de poemas el tintero.
Poemas que revientan la armadura
en mil pedazos, funden el acero
y labran la magnética lindura
que abrasa en sus valores lo certero.
Glauco
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