de las horas renombradas
como milenios, calladas,
las oraciones que escribo
son pulsos de un hombre vivo,
de un hombre que yo no soy,
que si se va también voy
pero que no sé si fui.
Mucho antes de lo que ví
tuve consciencia del hoy.
Hoy la vida es nueva vida:
naranjos y manzanares,
destino, normas, azares;
la desdicha merecida
del porvenir homicida…
No hay una rama de olivo
que nos libre del estribo
donde solemos morir.
Sólo nos queda vivir
desde lo más primitivo.
Glauco
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