las alondras, los albatros,
en los cielos de los teatros,
en las cerámicas flores,
en los fingidos dolores.
Se nos murieron las aves:
muertes válidas y graves.
¿Tú sabes de qué murieron?
Tal vez no y sólo se fueron;
igual dime si lo sabes.
Hay en el aire algo extraño,
se siente como algo denso,
como si un saber inmenso
quisiera causarnos daño.
Hay en el aire un engaño:
las nubes no son vapores
venenosos, los albores
no son rayos reaccionarios:
se murieron los canarios,
los cisnes, los ruiseñores.
Glauco
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