El enredo me llena de marañas:
oraciones, sintagmas y premisas,
se proponen oscuras e indecisas
en las sendas poéticas y extrañas.
¿Quién entiende las muecas del mensaje?
¿Quién escucha las cosas que declara?
Claramente el mensaje se separa
del sentido y se pierde en el bagaje.
Siendo un mono, quizás titiritero,
el hablante se encuentra y se repierda,
cuidando que la lengua no se muerda.
Ya no sé si decir es lo que quiero
o si quiero, al decir, hallar la pista
que revele mi ser de palabrista.
Glauco
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