hay una sola que me limita,
me desencaja, también me pesa,
mas mi cabeza la necesita.
Estas palabras siguen la danza
del mundo entero, desconocido,
y se entrelazan en la esperanza
de que este mundo no está perdido.
Ha muchos años que estoy maldito
de esa palabra, cual hombre necio,
que me destierra como a un proscrito
(un renegado de tener precio).
Ha muchos años que esa palabra
me tiene atado, me tiene muerto
en vida siempre que en mí se labra
la maravilla del cielo abierto.
Esa palabra me dignifica
y al mismo tiempo me muestra indigno
pues en mi lengua se sacrifica
y con mi aliento conforma el signo
de un universo que ofrece fe
para los hombres, ese sopor
que en la esperanza la gente ve
y en mi cabeza se llama amor.
Glauco
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