esa mano que al mundo encontraría
en la forma que, antaño, no sabía
y que ahora la práctica comprueba.
Le dio al ojo la vista. Le dio al pie
los caminos, la música al oído.
A los labios fundoles el silbido.
Al mañana le dio razón y fe.
Todo nace: la rama y el martillo;
el fuego, las ventanas, los metales;
la siembra, la salud, los animales…
En ese omninacer me maravillo:
libro que me descifra el bien arcano
que construyó, y construyo con la mano.
Glauco
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