La noche se derrite sobre muros
urbanos, taciturnos, solitarios,
y cae hasta los huecos inseguros
que olvidan, muertos, a los calendarios.
Los pastos a lo mágico le lloran,
al cielo van sus llantos borboteantes.
Ya no tenemos santos de los que oran,
de los que apapachaban con el antes.
Estamos en la línea dividida:
la noche, el pasto, el hueco, los hervores.
Estamos derramados en la vida
y a veces abrasamos a las flores.
El día se desentierra y nos convida
a llenar esos muros de dolores.
Glauco
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