Presentación

Presentación

jueves, 29 de octubre de 2015

Meditaciones lúgubres




Con el sabor amargo en la boca que deja un día de fracaso, me he sentado entre la niebla a meditar y a cavilar sobre los pasos que voy dando. Casi es imperceptible la llovizna en mi piel. Un frío calcina mi alma y ese es el que más me atemoriza. Dicen que ese frío se te mete en los pensamientos y por las noches te duelen, no te permiten descansar. Dicen que hay que cuidarse de ese frió embustero que te resfría las ganas y hasta te hace llorar. Es ese frío el que siento, lo siento susurrante como va reptando por mis huesos, me atrofia las articulaciones del cerebro, entumece estos dedos.
Quisiera perderme en la neblina para sentir que me fundo en un todo. Quisiera encontrar un haz de calor en esta opacidad.

Cuanto más medito en lo que he dado por seguir a esa antigua musa griega, más desdichada me veo. He dejado pasar amados personajes porque sé que esta vida que elegí es muy celosa, no perdona distracciones. He visto pasar los placeres más comunes, aquellos que más risas engendran, ¡cuanto he dado por perseguirte a ti preciosa deidad que ilustra a los hombres!  Te he preferido por sobre
cualquier amigo siguiendo los pasos de Aristóteles cuando sentencia <<soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad>>, y mira hasta donde me han llevado mis pies torpes.
En días como hoy, reconozco mi incapacidad, mis ambiciosos anhelos y mis deformes capacidades y lloro, sollozo en silencio preciosa amiga. De tanto anhelarte se me hinchan las emociones y sólo consigues maravillarme, extasiarme, seducirme,  para después darme la espalda airada, siempre fantasmal, tú.

Aquí, en medio del bosque helado, me he preguntado si no estaré errando como un adolescente encaprichado que pone sus ojos y su amor en una estrella demasiado lejana. Me veo a mi misma como el ciego y despreciable Hipólito (en la novela de Federico Gamboa) poniendo sus esperanzas en un amor no correspondido. Es decir, pensando siempre en ti he clausurado los demás ámbitos de mi vida. Es que  entre más libros leo, consciente estoy de que nada sé, y entre más amor te tengo más despreciada por ti me siento. Tal vez estoy pretendiendo volar muy alto cuando mi naturaleza no es pasar del suelo. Quisiera decirte que me estoy despidiendo, pero solo recordar mi nariz entre las hojas de eso libros viejos que me permiten acercarme a ti, quisiera abrazarte y rogarte que me rescates de este frío. ¡Oh, adorada compañera! puedo alejarme de todo menos del calor de la razón, no me desprecies como se desprecia al mal amante, acógeme como se acoge dulcemente al que se esfuerza por hacerte inmortal una caricia. Lubrica mi pensamiento y los engranes de mi ser para que encuentre mi lugar en el mundo, para que aprenda como ser un verdadero ser humano, para que pueda ser feliz.

1 comentario:

  1. El primer párrafo me recordó un poema de Mario Benedetti "lo extraño es que no sólo llueve afuera otra lluvia enigmática y sin agua nos toma de sorpresa/y de sorpresa llueve en el corazón/ llueve en el alma". Muy interesante el uso de metáforas.

    ResponderEliminar