Presentación

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jueves, 22 de octubre de 2015

Visitando los recuerdos

¿A quién se admira o elogia? Los ojos han escuchado descripciones de hombres ensalzados, donde los elogios parecen ser sólo un abono de gratificación a sus acciones. El honor era esa búsqueda de todo aquel que, pretendía ser el mejor de todos. La valentía era una de las virtudes más elogiada. Hombres que han quedado en el recuerdo de las páginas y que, son traídos al presente por aquellos interesados en la poesía, la literatura o la historia, siendo éstas las únicas puertas de acceso a tales seres. Aunque tal vez no sean puertas, sino tumbas, donde se ha sepultado el recuerdo de tales hombres. Y debido a ello, cuando se escuchan los testimonios de lo que fueron, parece que se acude a visitar un cementerio, donde al asistir, no se les ha olvidado.

De manera que, si se considera que los hombres de honor y valentía son solamente seres que viven en el recuerdo que la poesía o la literatura hacen, ello parece ser que, estos seres son ajenos a la realidad de este siglo que se vive. Es decir, la primera impresión que se lleva al leer los elogios atribuidos a los más grandes hombres es que parezca una exageración y, en el pésimo ejercicio de comparación con la cotidianidad de este siglo, trae como resultado la consideración de que, sean hombres creados de la fantasía o el deseo de quienes pretendían alcanzar tal grado y que, por ello quizá, parecen carecer de realidad.

¿Por qué es un pésimo ejercicio comparar a los hombres del recuerdo con los de la cotidianidad de este siglo? Se puede decir que, las condiciones son distintas. Es decir, en una respuesta bastante osada, la configuración de la realidad obedece a las condiciones e intereses de quienes viven en ese “ahora”. Por ejemplo, si el honor y la valentía eran el grado más alto que pretendían obtener todo aquel que quisiera ser el mejor de los hombres, entonces esa realidad se caracterizó por la presencia de estas virtudes. En donde no sólo se les pronunciaba elogios, sino que se les creaban odas o himnos. Y por ser el máximo grado a obtener, se hacía todo lo posible por recordar las acciones tan valerosas.


En este siglo XXI, las condiciones de vida se han modificado, el honor y la valentía, no son el grado máximo a alcanzar, nuestra realidad se ha configurado obedeciendo a estos cambios. La valentía se ha sustituido por el miedo. Y la noción de honor, parece que se ha dejado de lado. Las odas donde se ensalzaba las mejores acciones, se han cambiado por canciones donde se describe la vileza que puede alcanzar el hombre. De esta manera, no es tan sencillo encontrar un punto de comparación, por así decirlo, entre estas dos realidades. Pues obedecen a configuraciones distintas. Y respondiendo a la pregunta inicial, a quien se le admira y elogia, da cuenta del deseo que particularmente se pretende alcanzar y, de quienes somos. 

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