¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno!
Luis de Góngora
Cierto día, cuando daba inicio a mis
actividades cotidianas, fui testigo de la discusión entre una pareja de
supuestos enamorados. Digo supuestos porque el varón durante el trayecto
señalaba su amor hacia ella y, por ello le hacía ese tipo de reclamaciones. Por
otra parte, ella insistía en que eso no era amor, pues no tenía justificación
que le hiciera algún tipo de reclamo, y si era cierto que la amaba, tendría que
aceptarla así porque no consideraba cambiar por ningún motivo. ¿Qué le
molestaría tanto a este varón? Por los señalamientos que ella pronunciaba, esta
relación se veía afectada por los celos.
Al
ser testigo de esa discusión me pregunté: ¿a qué le llamamos celos? Y ¿por qué
éstos se consideran parte del enamoramiento? Considero que los celos son como
un manto que antepone entre la especulación y la realidad. Siendo así que se
den por hecho sucesos que no pasaron. Despertando la furia en los enamorados y
desatando los peores tormentos que derriban al enamoramiento. Parece que ningún
enamorado se libra de sentir celos alguna vez, en algún momento experimentó con
este mal que perturba su dicha. En ese sentido puede considerárseles como
naturales en el enamoramiento, sin embargo ¿por qué el enamoramiento causa
tantos males?
Dejando
un poco de lado una breve descripción de cómo se considera a los celos, si
éstos son naturales, ello quiere decir que al estar enamorado y reducir la
existencia del amante al amado, éstos aparecen de esta manera. No obstante, los
celos parecen ser una amenaza, pues despiertan cuando al ser amado se le
percibe distrayéndose con la presencia de alguien más. Pero esta tercera
persona que aparece es considerado como un enemigo letal, ya que éste ha sido
capaz de lograr atraer la atención de quién se ama y, automáticamente se da inicio
al tormento. Donde al estar cegado por esa furia, el amor queda de lado y lo
que ahora reina es el atender a que esa persona se aleje. Pero no sólo el
enemigo se aleja, sino también al ser amado.
Alguien
podría considerar que los celos son muestra de alguien posesivo e inseguro.
Pero si la existencia del amante gira en el amado siendo éste su razón de ser,
no me parece que se trate de un obsesionado o posesivo. Pues en tanto que se
siente amenazado porque alguien más intenta arrebatarle una parte de su vida o
su vida misma, pues es natural que se enoje y lo defienda. Pero, no estoy
sugiriendo que los celos son condición de posibilidad del enamoramiento, sino
que la intención es subrayar que éstos son parte del estar enamorado. Y el
desenlace de cómo ha sido manejado este monstruo dará cuenta de qué tan egoísta
o enamorado se está. Egoísta en el sentido de solamente atender a la propia ira
y preocuparse en no perder al ser amado, dejando a éste de lado, olvidándose
del amor. Quizá por ello los celos son ese monstruo que desata un tormento en
el corazón.
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