Aún mejor que hallar un lugar pintoresco bajo
la arquitectura de Dios, esa vegetación que embellece cualquier recinto y
poblado, es poder hallar a quien vive sin exigir nada, contentándose con el
amor del prójimo e imitando los pasos del Maestro, en este caso, de Jesucristo.
Mejor retrato de lo anterior se puede hallar en La navidad en las montañas de Ignacio M. Altamirano. Atravesando
sus páginas se recuerda la sagrada celebración de los pueblos cristianos, la
Navidad. Pero cualquier lector también consigue olvidar sus penas y sentirse
feliz al contemplar el cuadro que pinta en dicha obra para los no creyentes.
Muchos celebran Navidad, siendo cristianos o no siéndolos, pero todos amamos y
sufrimos en esta vida. Altamirano recoge el siguiente villancico de una
gitanilla que le dice augures a María, a propósito del niño Jesús, pero
enmarcando la vida del hombre en general:
Una gitana se acerca
al pie de la Vírgen
pura,
hincó la rodilla en
tierra
y le dijo la ventura.
“Madre del amor
hermoso,
—así le dice a María—
a Egipto irás con el
Niño
y José en tu compañía.
Saldrás a la
medianoche,
ocultando al sol
divino;
pasaréis muchos
trabajos
durante todo el camino.
Os irá bien con mi
gente;
os tratarán con cariño;
los ídolos, cuando
entréis,
caerán al suelo
rendidos.”
Mirando al Niño divino
le decía, enternecida:
“¡Cuánto tienes que
pasar,
Lucerito de mi vida!
La cabeza de este Niño,
tan hermosa y
agraciada,
luego la hemos de ver
con espinas traspasada.
Las manitas de este
Niño,
tan blancas y
torneadas,
luego las hemos de ver
en una cruz clavadas.
Los piececitos del
Niño,
tan chicos y
sonrosados,
luego los hemos de ver
con un clavo
taladrados.
Andarás de monte en
monte
haciendo mil
maravillas;
en uno sudarás sangre,
en otro darás la vida.
La más cruel de tus
penas
te la predigo con
llanto:
será que en tus
redimidos,
Señor, hallarás
ingratos.”
Con esto nos damos cuenta que no basta
celebrar Navidad, sino vivir la Navidad, aprender la sublime comunicación del
espíritu humano con el Creador del Universo. Sólo resta desearles Feliz Navidad
con el siguiente verso:
La Nochebuena se viene;
la Nochebuena se va,
y nosotros nos iremos
y no volveremos más.
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