Presentación

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martes, 22 de diciembre de 2015

Venite adoremus


Aún mejor que hallar un lugar pintoresco bajo la arquitectura de Dios, esa vegetación que embellece cualquier recinto y poblado, es poder hallar a quien vive sin exigir nada, contentándose con el amor del prójimo e imitando los pasos del Maestro, en este caso, de Jesucristo. Mejor retrato de lo anterior se puede hallar en La navidad en las montañas de Ignacio M. Altamirano. Atravesando sus páginas se recuerda la sagrada celebración de los pueblos cristianos, la Navidad. Pero cualquier lector también consigue olvidar sus penas y sentirse feliz al contemplar el cuadro que pinta en dicha obra para los no creyentes. Muchos celebran Navidad, siendo cristianos o no siéndolos, pero todos amamos y sufrimos en esta vida. Altamirano recoge el siguiente villancico de una gitanilla que le dice augures a María, a propósito del niño Jesús, pero enmarcando la vida del hombre en general:

Una gitana se acerca
al pie de la Vírgen pura,
hincó la rodilla en tierra
y le dijo la ventura.

“Madre del amor hermoso,
—así le dice a María—
a Egipto irás con el Niño
y José en tu compañía.

Saldrás a la medianoche,
ocultando al sol divino;
pasaréis muchos trabajos
durante todo el camino.

Os irá bien con mi gente;
os tratarán con cariño;
los ídolos, cuando entréis,
caerán al suelo rendidos.”

Mirando al Niño divino
le decía, enternecida:
“¡Cuánto tienes que pasar,
Lucerito de mi vida!

La cabeza de este Niño,
tan hermosa y agraciada,
luego la hemos de ver
con espinas traspasada.

Las manitas de este Niño,
tan blancas y torneadas,
luego las hemos de ver
en una cruz clavadas.

Los piececitos del Niño,
tan chicos y sonrosados,
luego los hemos de ver
con un clavo taladrados.

Andarás de monte en monte
haciendo mil maravillas;
en uno sudarás sangre,
en otro darás la vida.

La más cruel de tus penas
te la predigo con llanto:
será que en tus redimidos,
Señor, hallarás ingratos.”

Con esto nos damos cuenta que no basta celebrar Navidad, sino vivir la Navidad, aprender la sublime comunicación del espíritu humano con el Creador del Universo. Sólo resta desearles Feliz Navidad con el siguiente verso:

La Nochebuena se viene;
la Nochebuena se va,
y nosotros nos iremos
y no volveremos más.


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