Presentación

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martes, 23 de febrero de 2016

El placer de la amistad

Aristóteles habla en la Ética Nicomaquéa de tres tipos de amistad, la mistad por conveniencia, la amistad por placer y la mistad por virtud. Sin mucho rigor entendemos, por ejemplo, que conviene ser amigo de los poderosos porque así estamos protegidos por ellos, que es placentero ser amigo de los ricos porque nos beneficiaremos de su riqueza; la tercera es un poco más oscura de comprender, pero digamos que la amistad por virtud trasciende el nivel de la utilidad. Los amigos por virtud no se ven como medios para sus fines.
       Los dos primeros tipos de amistad son relaciones de utilidad, tanto la conveniencia como el placer son medios para satisfacer fines ulteriores, la amistad por virtud en cambio encuentra su finalidad en sí misma. Sin embargo, creo que en ésta última se encuentran también las otras dos.
       Es provechoso y placentero encontrarse con la amistad virtuosa, pues ella misma encamina a los amigos hacia el bien, conviene tener a un amigo que comparta la propia existencia y que tenga la vista puesta en el bienestar del otro, pues así nunca faltará quien nos oriente cuando erremos el camino, quien se preocupe y vele por nuestro bienestar y quién nos permita ser mejores cada vez. La amistad verdadera supera el nivel vulgar de la conveniencia y el placer, pero proporciona ambos de una manera más noble; la única utilidad que puede haber en la amistad por virtud es la de encaminar a los amigos hacia la excelencia. Nada hay más conveniente y placentero para un hombre sensato que encontrarse en este camino acompañado por un bien amigo.
       Cultivar esta modalidad de la amistad es quizá el último resquicio de esperanza al que podemos aferrarnos en estos tiempos, pues el entorno nos obliga a entronar a las dos primeras en aras de la superación y el bienestar propio, el bien común ya no existe, y si lo hace es de manera accidental. Pensemos entonces en qué clase de amistades cultivamos y la repuesta que le demos a la pregunta nos dejará ver qué clase de hombres somos.


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