Presentación

Presentación

sábado, 26 de marzo de 2016

Sobre la otredad

Sé que todos en algún momento hemos olvidado cosas que, creamos o no importantes, influyen en el modo en el que pensamos o actuamos frente a tales o cuales situaciones. Por ejemplo, el otro día olvidé que no había lavado trastes en días y me molesté porque mi abuela me había insinuado ´sutilmente´ que hiciera algo de quehacer. Pero hoy, en este breve escrito, quisiera recordarles otra cosa. Algo que sin duda sabemos pero no siempre tenemos presente y por ello a veces desdeñamos a otros y sentimos que odiamos a quienes habitan con nosotros: ¡Hora que me acuerdo, el otro (rico, pobre, drogadicto, enfermo, loco, gordo, tonto, guapo, inteligente, etc.) es parecido a mí! Pero esperen, tampoco digo que todos somos totalmente iguales, porque la diferencia es clara. Sin embargo, aunque viniera Aristóteles y nos recordara que algunos hombres nacieron amos y otros esclavos, yo, en lo personal, defendería a los esclavos diciendo que quien tenga mentalidad de amo no significa que puede mofarse, maltratar, y hacer demás cosas denigrantes a los (supuestos) esclavos. Pero bueno, esto dejémoslo para otro escrito. Por ahora quiero enfocarme en el pensamiento, muchas veces olvidado de que “el otro es como yo (o tú, o él, o quien sea)”.


Ahora, ustedes como lectores pueden llegar a pensar que con lo antes dicho acabo de proclamarme cristiana mocha o hippie-mugrosa debido a que en cierto modo estoy diciendo que todos somos hermanos, hijos de la madre naturaleza/Dios, y es cierto, pero la verdad es lo de menos. Con esto quiero decir que este pensamiento no es parte de ninguna ideología, o tal vez sí, pero yo lo veo más como algo que ya tenemos dentro, no es necesario razonarlo demasiado para ver lo necesario de tal. Hablo del respeto y de la valoración a los otros hombres. No me parece correcto voltear a ver al vagabundo con mirada de quien está en el zoológico; no me parece justo ver al drogadicto como basura; tampoco cuando insultamos por placer, cuando golpeamos, cuando mandamos porque simplemente queremos; ni me parece el dejar de escuchar al gordo simplemente porque pensamos que lo único importante que cruza por su mente es la elección entre chocolate y fresa. Pero la realidad es que muchas veces lo olvidamos, consciente o inconscientemente, y esto afecta nuestra relación con los otros, nos jerarquiza con argumentos que no son válidos. Incluso al sentirnos superiores porque pensamos que nosotros, como pacifistas conscientes, nunca dejamos de tener presente que el otro es como nosotros, caemos un poco en este pensamiento no correcto, seguimos denigrando a aquellos que lo olvidan y los vemos con cara de desapruebo. Pero ¿saben qué? Lo confieso, yo también lo he olvidado y he tardado en tarde cuenta, me arrepiento pero a veces se escapa. Lo importante es identificar esos momentos e impedir que se vuelvan a repetir. El ejercicio es constante, no se nos debe escapar de la mente. Pero ¡bah!, me doy por bien servida con que me lean y lo piensen un poco.


No hay comentarios:

Publicar un comentario