Desde la banca
Había escogido bien las palabras para este día. Palabras precisas,
pero delicadas, frases fuertes, que marcaran la personalidad que pretendía
representar, es decir, todo lo que un estudiante puede ofrecer con la buena
voluntad en su servicio para la sociedad. Bien sabía él que palabras sin
emociones, sin excelentes sentimientos, son pura sofística. Mover almas
cualquiera lo hace (Aquí se sonrojó recordando las villanías ajenas y de
otros), pero conducir las almas de los demás al mayor bien, muy pocos lo consiguen.
En fin, planeó esto casi durante toda su vida, por lo que la confianza que le
daba su humilde, pero napoleónica empresa, lo avalaba.
Con todos estos pensamientos se levantó de la banca del parque en
cuanto la vio pasar, con todos estos pensamientos y sentimientos que se le
agolparon en todos los nervios del cuerpo como un secreto estruendo fue tras
ella y con la respiración de quien va tras su mejor conquista, la tomó del
hombro, la miró a los ojos y he aquí que no supo qué decir. Ella siguió caminando
elegantemente, preciosa, alta, con la luz del sol en toda su piel, modelando la
vida, él se dijo a sus adentros sin ningún reproche "Aún soy estudiante,
quizá más adelante pueda hablar con ella".
Cuando regresó a la banca donde estuvo sentado, halló a un joven
estudiante, más joven que él; al notar la diferencia de grado, con ternura le
comunicó lo que le había pasado (hay que decir que no se esforzó mucho en
encontrar el mejor camino, ni las palabras, pues sabía lo difícil que sería que
ese joven le entendiera, así que decidió hablarle con sinceridad), a fin de
educar a alguien más, pues ése era su noble fin.
Javel
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