Presentación

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domingo, 17 de abril de 2016

Notas sobre el Teeteto I parte: presentación del problema



Hacer notas sobre algo siempre nos señala, siquiera subrepticiamente, que ese asunto del cual estamos escribiendo es importante; al menos así lo creemos. Hacemos muchas notas, pero ¿a qué nos ayudan las notas?, ¿suplen las carencias de nuestra memoria?, ¿son sólo señales que nos conducen a un lugar al que ya hemos ido o a un sitio al que sospechamos cómo llegar? Por otro lado ¿las notas personales son entendidas por quienes no las hicieron? Espero que este manojo de notas sí sea comprensible para los demás, no sólo para aquellos que se quieren especializar en los diálogos platónicos, sino también para quienes les interese la educación y conocerse. Espero que, al menos, se acerquen a mis notas porque mi escritura no les agrada y andan buscando fallos por doquier en mis entradas, para encontrar en mí los defectos de los que, afortunadamente, se ven felizmente librados. Una cosa más: mis notas no son definiciones, tampoco son un comentario al diálogo, pues son aproximaciones; no son algo sólido, general, que valga la pena rememorarse, que deban gozar del triunfo de verse convertidas en notas o comentarios insignes en cotidianas tertulias; no son algo con una unidad y una finalidad precisa, cualidades impropias de mí como propias de los grandes maestros. Por tanto, todos aquellos que les interese clarificar el diálogo conmigo y la escasa luz de mi lamparita, son cordialmente invitados a hacerlo. 


Teeteto es reconocido por Euclides y Terpsión debido a sus bellas acciones, a su valentía. ¿Es más importante actuar para ayudar a la comunidad que el saber cosas relativas a las matemáticas, la astronomía y la geometría?, ¿es más importante o tan sólo más útil?, ¿existe una relación entre lo que se conoce y lo que se hace? Estas incipientes preguntas, sospecho, se irán desarrollando, complejizando, quizá respondiendo, a lo largo del diálogo. Momentáneamente respondo: Sócrates sí cree conveniente que aquellos jóvenes y brillantes estudiantes, como Teeteto, se conviertan en buenas personas. La inteligencia sin la luz de la bondad es destructiva. 

Pero, a aquellos dos presentadores del diálogo, también les interesa lo que Sócrates y Teeteto hablaron, por eso Euclides lo anota; no se nos debe olvidar que éste declara su falta de memoria. Si el diálogo versa sobre lo que es el saber, la memoria ocupará un lugar central en la discusión. ¿Un desmemoriado puede saber pocas cosas?, ¿esto quiere decir que no podrá saber qué es el saber? Cuando sabemos algo, ¿lo tenemos almacenado en nuestra memoria como algo escrito en un gran rollo de papel? O ¿nuestra memoria es algo que, al ser parte de nuestra alma, se desarrolla, se mantiene en constante actividad? Preliminarmente respondo que nuestros recuerdos no se nos presentan como una reacción, es decir, cuando hablamos sobre lo que sabemos no lo vertemos tal cual lo aprendimos. Esto se corrobora al pensar que lo que distingue a una persona de otra son sus actividades. El ser se conoce cuando notamos sus características, no cuando nos quedamos con las semejanzas que tiene con otras cosas, como al parecer hace Teodoro cuando asemeja a Sócrates con Teeteto. Por otro lado, la semejanza no sólo se nos presenta en las características físicas, sino también hay semejanza entre las palabras (en el diálogo se anuncia la presencia de un joven Sócrates). Como existe tal semejanza es fácil confundirnos cuando nos explican algo o cuando nos ponen a la vista algo. Hay que examinar bien las cosas, con mucho detalle, sin generalizaciones rápidas, fáciles, como sugiere Sócrates.   

Fulladosa

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