Una nota a la orilla del mar
¿Cuánto tiempo resultaba
necesario para que nos volviéramos a ver?, ¿Es el destino la causa de nuestro
encuentro? Hoy me mueves a escribir porque me has dicho que ya no crees en el
amor. ¿Existe el amor? Pregunta traviesa que sólo sale por medio de palabras
musitadas. Pero antes de irte permíteme, por última vez, decirte lo que siento.
Te busqué. Así es, después de tantos
años quise verte para pedirte perdón, porque no me habría perdonado a mí mismo,
si no fuese por ti, el haberte lastimado. Esa era mi única intención. Sí,
accediste. Pero el encuentro fue para mí como revivir el pasado, como despertar
de un largo sueño, como si hubiese vivido en un larguísimo letargo. Volvía a
ser yo. Tu mirada ya no era la misma; tu rostro emanaba dulzura y alegría; tu
figura entera era una escultura hecha por el mismo dios del Olimpo. Tu sola
presencia me devuelve las fuerzas, le da nuevamente sentido a mi vida. Te
volviste una ilusión en tan sólo un instante; te robaste mi atención vacilante;
en fin, me cautivaste. Pero, ¿por qué me cuesta tanto decirte lo que siento con
una sola tarde de tu compañía? Sólo te pido una oportunidad, una sola para
demostrarte que jamás quise lastimarte, que solamente quería amarte. Que las horas
se me van viendo tu fotografía pues, ¿cómo hacerle para conservar tu imagen en
mi mente? Temo a que se borre, y la persigo intensamente.
Quiero verte, pero temo tu rechazo;
quiero hablarte, pero temo tu silencio, ¿qué debo hacer? Contigo me regresa la
vida. Doy lo que sea por pasar el resto de mi vida a tu lado; daría mi vida por
ver feliz al tuya. Tu ausencia duele, inquieta y consume mi corazón. No puedo
evitarlo, si le pongo freno, ¿acaso seguiré viviendo?
Aurelius
No hay comentarios:
Publicar un comentario