Presentación

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lunes, 20 de junio de 2016

Post scriptum a "Lamento heroico"

Gracias, si acaso me has dado una segunda oportunidad


Estoy en deuda con ustedes. Prometí una explicación de la breve historieta Lamento heroico en tres actos pero, para serles franco, mi entrada pasada merecía una pausa a dicha secuencia. Es inevitable hablar cuando un suceso fortuito golpea la marea de lo cotidiano. Encontrarse con una vieja amistad es reconfortante para el corazón, y más cuando ésta se había distanciado por los impulsos impetuosos de la traviesa mocedad. En fin, la compañía de una excelente persona ilumina y da calor al corazón del hombre en cualquier parte del mundo.

Y para no alejarnos tanto, debo decir algunos aspectos de la historieta que me vino en compartirles. La idea es simple: la vida de un héroe. En él quise enmarcar un aspecto importante de la vida del hombre, que no es otro que aquel en el que depositamos todos nuestros deseos, los cuales nos hacen actuar inherentemente a cada paso que damos. Quise ver si acaso sería posible el caso en el que, por alguna razón, no se lograrase tal fin, es decir, no se consiguiese el bien deseado o anhelado. ¿No es verdad que siempre decimos: tranquilo, pasará, todo irá mejor? Pero si, por alguna causa, no se alcanzara ese estado de plenitud o de felicidad, ¿qué más habría que esperar? De ser así ya no habría nada que esperar. Qué si te digo que al final del día nada sucede por una razón, es decir, que es mentira que "todo sucede por alguna razón". ¿No sería eso el fin de la vida humana, un exterminio del hombre?, ¿no es arracanrle al hombre lo que precisamente lo hace humano? En parte por eso cuestioné en mi entrada pasada a aquella persona que me dijo que el amor no existía. Claro que existe pero, al igual que muchas otras cosas, no se le ve con los ojos de la cara.

Sin embargo, lo relevante en la historieta, y de ahí que sólo sea en tres actos, es que, primeramente, cada uno se esfuerza en lo que considera como lo mejor; luego sobresale, mejora, se forma un hábito conforme a ello, pero si es el caso que pierde todo a su alrededor, lo último que le queda es continuar con dicha creencia; por último, se da cuenta que no existe tal cosa que guardaba con tanto ahínco en su corazón. Después, nada. Y la vida entera se nos va en eso, en seguir nuestras creencias, en afirmarlas o en cuestionarlas. Pero rara vez podemos ser jueces sobre ellas, de modo que, en el peor de los casos, erramos y tropezamos al precipicio. Pero si por un golpe de suerte nos topamos con aquellos que nos ayudan a ser mejores personas o, en caso contrario, emprendemos la búsqueda de saber qué somos y hacia dónde vamos, quizá tengamos una segunda oportunidad. La vida, pues, me es un hermoso y temible misterio, porque en las más de las veces somos sorprendidos por las circunstancias y pocas veces podemos llevar con firmeza el timón de nuestras propias acciones.



Aurelius

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