Del
feminismo y otras traiciones
El traidor favorito de la tradición
es Judas. Su nombre se ha vuelto el hogar de la traición. Su beso es el gesto
más recordado cuando se quieren inmortalizar o explicar las dobles intenciones
radicales. Pero el protagonista de la historia es Cristo, no Judas, ni siquiera
en el pasaje en que Él es vendido, ni siquiera en el suicidio de Judas.
Sospecho que el hecho de que Judas haya sido un discípulo prueba que la
traición tenía que ser parte de la vida de Cristo. O que al menos ella tiene un
lugar más importante que la mera condena eterna de un traidor.
Los traidores, por lo general,
son los hombres. O al menos eso dicen. No hablo de lo que sucede en realidad. Traiciones
amorosas las hay sin importar el género. Dicen también que el feminismo es una
exageración. No lo dudo. Sólo que no estoy de acuerdo en las razones que se dan
para sostenerla como tal. No estoy de acuerdo porque por lo general esos
argumentos ya llevan la aprobación del feminismo dentro de sí. El hombre
políticamente correcto no puede evitar sulfurarse cuando siente que se pone en
discusión las dignidades del sexo femenino. Está confundido totalmente. Y cae
en la traición. No a su género, sino al significado de la existencia de dos
sexos opuestos naturalmente, y al amor. Por eso tampoco está capacitado para
hablar con verdad de la homosexualidad.
No es que el feminismo se
presente con la abolición de la familia. Esa es una lectura errónea, muy cómoda
para permitir que se mantenga a flote. La mayor parte de las veces basta con
que se entienda que la mujer es igual de libre que el hombre para que la
sospecha de machismo en contra de los retrógradas que no la creen se encienda.
Pero la mujer siempre fue igual de libre. Que no me digan que ahora lo es en
verdad porque ya pueden hacer más cosas, porque en eso no consiste la libertad.
En fin, la discusión no debe girar en torno a ello.
La familia nunca fue una
obligación. En eso consiste lo importante de ella. Es en verdad exagerado creer
que, antes de la revolución burguesa moderna, todo el peso de esa unión recaía
en ella, porque de lo contrario jamás habría existido familia alguna. En todo
caso, la diferencia de sexos no está hecha únicamente para la reproducción,
porque esa es sólo una de las funciones vitales de la especie humana, de la
cual la mujer siempre formó parte. Que su lugar en la comunidad política haya
sido cuestión más clara para los antiguos que para nosotros no es algo tan
extraño. Y en esa claridad jamás hubo desprecio alguno por el valor del sexo
femenino.
Me dirán que Judas no tiene
nada que ver en esto. El feminismo es un invento más político que poco o nada
tiene que ver con una traición privada. Judas, como el hombre moderno, fue
tentado, y traicionó. A comparación suya, las traiciones cotidianas parecen
pequeñas. Dije únicamente, no obstante, que él era el traidor preferido de la
tradición. Nos complace saber que el hombre, en cuanto género, ha sido
alcanzado, así como nos complace ver a Judas ahorcado. Complicaciones del
significado de la traición. Manera irregular de hacer justicia. El significado
de la traición en el evangelio era el perdón. He dicho que el feminismo es un
problema en torno al amor. Lo reitero. También la traición.
Tacitus
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