El diablo
Así
invoqué al diablo:
“Vieni,
vieni qui”.
Desde antes de pronunciar estas palabras, -incluso cuando eran
capullos en mi imaginación-, el miedo y la rabia invadían mi cuerpo como si la
lluvia estuviera acariciándome con sus labios helados... Él se presentó como un
caballero cordial. “No sabes, me dijo, que el mal no es tal hasta que se hace
hombre"… desapareció como una sombra de mi pensamiento.
El horror. Cuando giré, mi hermano
estaba cubierto de sangre, descubrí que mis puños pronunciaban en su rostro ensangrentado: “Vieni, vieni qui”.
Javel
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