Presentación

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martes, 30 de agosto de 2016

El Golden Retriever

Había visitado demasiadas tiendas de mascotas y le parecía que aquello era un problema serio. Durante todo el día recordó el video de un perro siendo quemado vivo. Le parecía algo increíble. Pero al mismo tiempo se sentía preocupado de no sentir la menor empatía por el animal. No le causaba placer verlo sufrir, pero tampoco lo incomodaba. Simplemente parecía que su sensibilidad se había disuelto en el fondo de su alma y la había evacuado al amanecer. Decidió que compraría un perro, pero en cada tienda sólo veía a los mismos inocentes animales, enjaulados con la esperanza de vivir unos pocos días antes de que se encontraran solos sin mayor atención que la que tiene un poste de luz. Pensó en su amiga la cual le dijo de manera amable, recurriendo a la pasividad agresiva de los protectores de animales, que no era bueno comprarlos habiendo tantos que adoptar. Pero ¿no eran esos perros enjaulados también víctimas de la misma explotación? ¿De alguna manera eso no ponía en juego la moralidad de aquellos que dicen que nadie tiene más derecho a vivir que otro, sino que la vida humana y animal es de igual valor? ¿Por qué si es así, esos veinticinco perros de todas las tiendas a las que acudió tenían que ser la carne de cañón, o el sacrifico por la causa? Además otras preguntas captaron su atención. ¿Era en verdad adoptar un perro lo que lo sensibilizaría? ¿Y si él mismo era un psicópata que le haría daño a una pobre criatura apenas tuviera la oportunidad de verla sola e indefensa? ¿Era necesario caminar, o pudo haber tomado un micro o un taxi? ¿ La comida china en realidad contiene animales callejeros? ¿eso es realmente malo? ¿Ser comido es peor que ser golpeado, humillado, contaminado y hasta explotado? Mientras cavilaba se encontró con los ojos de un cachorro de Golden Retriever, y pensó que todas esas era excusas para maltratar a los animales haciéndose moralmente aceptable darles un “uso” dentro de nuestra sociedad; un uso que no es comparable al incondicional amor de gente sola que ante la impotencia de ser socialmente activos se limitan a hablar con alguien que jamás les dirá “¡Lárgate, me molestas!”, sólo por el compromiso existencial que representa la necesidad de alimento. Era una buena objeción. Sin embargo al ver y comparar los precios de los accesorios, vacunas, croquetas, medicinas, juguetes e incluso el costo de los perros en las tiendas, decidió simplemente no volver a ver videos de animales siendo torturados.

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