Presentación

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sábado, 26 de noviembre de 2016

¿Seres vivos o parásitos?



¿Seres vivos o parásitos?
A pesar de que las enfermedades me han acechado últimamente, y más aún con el estrés del trabajo, me he desistido de ir al médico. Esto por dos razones: una, porque no creo que tengan el don ni los conocimientos para hacer sentir mejor a la gente; y dos, por algo que me recriminó un cochino matasanos. La última vez que fui con ellos, tiene como cuatro años. En esa ocasión sólo fui porque mi madre me lo pidió, diciéndome que le dijera al “doctor” lo que tenía, pues eran muchas quejas sobre mis dolencias. Le comenté los síntomas que padecía, donde el dolor de cabeza era el principal mal de mi decadencia física. Continué diciéndole lo que me sucedía, mientras él hacía un expediente de mis infortunios. Antes de terminar de escribir en su computadora, me comentó que debía comer bien y a tiempo, que no tenía la necesidad de requerir de mi madre para ello, por lo que tenía que cuidarme. Si bien sus recomendaciones no eran, o no parecían, equivocadas, sólo asentía a lo que estaba escuchando; sin embargo, dejé de hacerlo a tal grado de haber cambiado mi expresión de diferencia a una de enojo, esto después de haberle dicho a qué me dedicaba. Creyó que era un trabajador común y corriente, pues la apariencia con la que me presenté no daba para más. Parece ser que se sorprendió cuando le dije que estudiaba, y su impresión fue todavía mayor cuando le expresé que amaba a Sofía. “¿Pará que sirve la filosofía”?, me preguntó. Quizá todos han escuchado este cuestionamiento, y tal vez también no la han respondido, pues, aunque no sea obvia, se nos hace estúpida. Además, ¿qué podemos contestar?, ¿acaso quieren que les hablemos de las ideas de Platón y de la nada de Heidegger?, o ¿quieren que les digamos de lo que pensamos sobre la relación entre Julio César y Sócrates? (Esta última pregunta me la hizo un “amiguito” de mi padre.) Por lo tanto, no contesté, empero, hice mis respectivos balbuceos, pues mi boca quiso traicionarme. Posiblemente, esto fue la causa de que el “bendito” médico me dijo lo siguiente: “Si no fuera por la gente común y corriente, la que sostiene la economía del país, ustedes no podrían estudiar. Ustedes son privilegiados, pues lo que hacen no sirve para nada”. Prosiguió con sus frustraciones, que casi me las pega. Lamentable situación que una persona que se preparó demasiado tenga un pensamiento tan despectivo de algo tan importante en la vida, ¿o no?...
La filosofía de nuestro tiempo vive. Pero, ¿qué vida? ¿Qué funciones tiene su vida? Hay muchas clases de vida sobre la tierra: la de los vivos y la de sus parásitos. La del hombre. La de los gusanos. Me pregunto si la filosofía actual vive como un hombre o como un gusano. No hay razón alguna que nos obligue a desechar este género de problemas. No hay razón para negarles respuestas.
Paul Nizan
Los perros guardianes

Ínez Godin

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