Presentación

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viernes, 25 de noviembre de 2016

Aquelarre del 25 de noviembre del 2016

La emoción que sentían crecía conforme aumentaba el número de pasos dados. Pero no crecía por la situación en la que se encontraban, sino porque un sueño de una de ellas estaba cumpliéndose. Siempre se maravillaban cuando les pasaba ese tipo de cosas. Intuir y ser partícipes de la magia de un sueño las llenaba de fe, como cuando pedían un deseo con una pestaña o un diente de león. El sueño, dijo una alguna vez, es como un deseo pero más sincero, porque lo pide directamente el alma.
En ese momento sentían sus sentimientos ensanchándose a cada minuto. Los pasos seguían, pero no como los demás días. Estos iban llenos de ira y fuerza. Las voces, contrarias a los pasos, parecían perdidas. Se escuchaban gritos a diferentes tiempos aunque se expresaba un mismo mensaje, rabia y dolor.
Siento que no encajo, dijo la que había soñado semanas atrás lo que se hizo realidad el 25 de noviembre del 2016. Y entonces, ahí, en medio de un ritual de brujas que no sabían organizarse ni escucharse, hicieron su propio aquelarre. Espontáneo, sincero, alegre; así salió como si lo hubieran planeado con meses de anticipación. Ellas, al llevar a cabo su ritual, llamaron la atención de las brujas que las rodeaban por la fuerza y la unión que mostraban. Algunas intentaron entrar, aunque con poco éxito, pues no entendían la relación y el lenguaje de esas pequeñas brujitas que habían decidido empezar a resurgir de entre las piedras.
Poco después, entendí que su ritual no había acabado completamente, ni que había empezado precisamente ese día en esa zona de la Ciudad de México. Aún les faltaban muchas cosas por sanar, pero sin duda mostraron un gran desahogo al gritar con la amiga y hacer que, juntas, resonaran más sus palabras.
La chica entre dos planos

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