-¿Sabes? Ya me harté de mi empleo, de
Daniela, de los pocos amigos que tengo. Hay veces que ni creo tenerlos. Hay
veces en que la realidad me parece tan irreal, como si el universo estuviera en
otro lado, pero no aquí.
-Yo siempre seré tu amigo y confidente.
Háblame.
-Gracias, Danny. Es mi cubículo, el atender
llamadas con preguntas estúpidas del otro lado del auricular. Mi jefe soberbio
que me trata como basura. La sensación de no ir hacia ningún lado. Estar a la deriva.
-Vamos, eso no es el fin del mundo. No seas
mariquita, si muchas personas tienen el mismo problema que tú. El mundo gira,
¿porqué no avanzamos con él? Hablemos claro, dime lo que realmente te molesta.
-A ti no se te va una ¿cierto? Es Daniela,
ella me tiene las vértebras adoloridas.
-¿Qué hizo o qué de qué? Si es tan simpática
-Claro que lo es. Pero se aprovecha de mí, me
engaña con cualquiera que le tire la onda, a veces hasta con los que no. Creo
que no sólo me usa a mí, creo que es igual con todos los hombres. Les exprime
todo uso posible y después les deja. Encuentra un enfermo placer en hacerme
esto. Después viene y me dice que soy importante para ella y así. Según me ama,
pero tú y yo sabemos que no.
-¡Ah! ¡Qué maldita! Deberías estar con
alguien que te aprecie en serio. No te dejes pisotear.
-¿Se puede querer y odiar a alguien al mismo
tiempo?
-Me parece probable, sí. ¿Qué sentimiento te
domina más? Es algo como la simbiosis, el odio y el amor se necesitan.
-Si tengo que decir uno... diría que la odio
más de lo que la quiero.
-El odio corroe. El ácido mortífero del ser.
Pero hay que aceptarlo, es tan útil y necesario como peligroso.
-Vaya que sí. ¡Quisiera estrangularla! Por
lastimarme. No tiene derecho.
-Ya, ya, cálmate. Es tan fácil, estrangúlala.
-¡Puta! Qué fácil eh, Danny. No me atrevo ni
a matar las arañas del baño, ya parece que voy a andar asesinando.
-Entonces quédate ese odio que, paulatinamente,
te va a matar a ti.
-No, no. Tampoco quiero eso.
-Yo puedo hacerlo si quieres.
-¿Hacer qué?
-Matarla, estrangularla.
-Tú estás loco
-Lo sé. Mira, ¿quieres que lo haga o no?
Danny es mi mejor amigo. Es todo lo que yo no
soy; atrevido, mordaz, astuto, demente. Siempre tiene una sonrisa en la cara,
sus pómulos sonrojados y ojitos vivarachos. Además de que es algo así como un
sociópata. Todo el tiempo me exhorta a romper leyes y reglas. Muchas veces
(casi siempre), le hago caso.
Es otro tedioso día en el limbo oficinista,
respondo llamadas y llamadas. Ese camino no me agrada.
Agrégale vestirse con corbata y saco, me
siento atrapado en la vestimenta, sofocado.
Un horario grosero y un calor insoportable,
¡maldita sea la hora en que no acabé la prepa!
Una sola idea en la cabeza: La muerte de
Daniela. Danny me dijo que estaría muerta para el anochecer. Miro fijamente el
reloj de mi escritorio, parece que el segundero se ha apenado por mis ojos y no
quiere avanzar. Lo hace cautelosamente.
Así se me pasan tres horas, por fin mi hora
de salida.
Una voz en mi interior proclama por alcohol.
Le hago caso y me voy a un bar a beber hasta la inconciencia.
Pasa de la una de la mañana y llego
tambaleando a casa. Me siento feliz y libre, sin razón aparente, ¿o si la hay?
Ahí está Danny en la sala, sentado y tierno;
sonriente.
-Joe, misión cumplida. La que le hacía jaque
mate a tu cabeza ya no existe.
Un breve malestar me aqueja al escucharlo,
debe ser la parte de mí que la quiere demostrando su dolor. El malestar da paso
a un júbilo exquisito. Celebro tomando una copa de vino, no le invito a mi
querido salvador porque no toma.
-Pero, ¿cómo ha pasado?
-¿Quieres detalles? ¿En serio? Quizá no sea
bueno para tu sanación.
-Tienes razón.
La Prensa. 17 de marzo de 2009. ¡DESTRIPADA
EN CASA!
México, D.F.- Durante el transcurso de la
noche de ayer, fue asesinada salvajemente en su hogar Daniela Camargo Chan. El
trabajo de los peritos ha iniciado. “La puerta no fue forzada, no hay indicios
de allanamiento, lo que indica que conocía al agresor”, dijo el perito Víctor
Hernández.
La noticia ha consternado al vecindario. “Era
una nena requete tierna y amable, no tenía problemas con nadie. Es tan triste
que maten a gente inocente y los malvados sigan vivos. Espero que las
autoridades se pongan a trabajar y encuentrensen (sic) al asesino”, dijo la
señora Paquita, vecina de la difunta mujer.
Las autoridades trabajan a doble ritmo en el
caso. Se intuye la posibilidad de un “crimen pasional” pues no se ha detectado
la ausencia de pertenencias valiosas o dinero en efectivo.
El asesino tuvo mucho tiempo pues, como
muestran las imágenes adjuntas, fue golpeada y después le sacaron las entrañas.
Lo sorprendente en este rubro es que el
asesino tomó el corazón...
Tras haber leído la noticia en un puesto de
revistas, decido hablar con Danny. El trabajo se puede ir al quinto infierno,
no importa ya. Sólo quiero saber porqué la ha matado con tanto lujo de
violencia. ¿Y para qué tomó el corazón?
-Danny, esta vez si te has pasado.
-Calma, calma. Se me fue un poco de las
manos. Me resultó muy placentero maltratarla, lo siento. No sabía que fuera tan divertido.
-Lo hecho, hecho está. No estuvo bien. Pero
¿qué carajo? El corazón ¿para qué lo quieres?
-Ah, un burdo simbolismo de lo que a esa
mujer nunca tuvo. Es todo.
La plática me deja mas perturbado que
aliviado.
Han pasado seis días desde la muerte de
Daniela. Aún me debato entre el amor y el odio, el alivio de su muerte y la
extrañeza de su ausencia.
Tocan violentamente la puerta.
-¡Abran la puerta! ¡Ábranle a la ley!
-Carajo, no puede ser.
Abro la puerta, disimulando tanto como está a
mi alcance el miedo que corrompe mi cuerpo.
-¿Joe Alférez?
-...Eh...sí...¿quién pregunta?
-Necesitamos que nos acompañe.
-¿Porqué?
-Unas cuántas preguntas que queremos hacerle
acerca del asesinato de la señorita Camargo...
No quedó más remedio que acompañar a los
oficiales.
En la comisaría se siente en el aire el
crimen. Me hacen preguntas, más bien buscando mi culpabilidad. Me parece que no
me toman por sospechoso, me toman por el asesino confirmado, esa impresión me
da.
-Hablemos claro ¿Asesinó o no a la
chica?-Inquirió el oficial Del Horno, el de los nudillos ensangrentados.
-No, yo no la he matado.
-Tenía relación con ella, ¿cierto? Un
noviazgo.
-Sí, pero no la maté- Desearía que Danny
estuviera aquí.
-Entonces, haga el favor de explicarme: ¿Cómo
es que se encontró su ADN en la escena del crimen?
Mi rostro debió mostrarse anonadado y
atemorizado. Los ojos rebosantes de temeridad me intimidaban. Tuve que confesar
lo que sabía.
-Yo sé quién la mató, no fui yo.
-Dígame quién.
-Fue Danny. ¡Mi amigo Danny!
-Señor Alférez, me he tomado la libertad de
mandar inspeccionar su casa y ¿sabe? No me gusta que me vean la cara de
pendejo.
-¿Porqué lo dice?
-Porque espero que tenga una mejor coartada
que inculpar a su amigo Danny. Si no... Ya se chingó.
-Pero... ¡si él lo hizo! ¡Le juro!
-¡Alférez! ¡Déjese de pendejeadas! Encontramos el corazón de la
chica, estaba en una cajita de madera en su cuarto. También encontramos a
Danny...¿Me va a decir que Danny no es un muñeco de
ventrílocuo que tiene su nombre grabado en el saco?
No hay comentarios:
Publicar un comentario