Presentación

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domingo, 12 de febrero de 2017

Danny



                                              

-¿Sabes? Ya me harté de mi empleo, de Daniela, de los pocos amigos que tengo. Hay veces que ni creo tenerlos. Hay veces en que la realidad me parece tan irreal, como si el universo estuviera en otro lado, pero no aquí.
-Yo siempre seré tu amigo y confidente. Háblame.
-Gracias, Danny. Es mi cubículo, el atender llamadas con preguntas estúpidas del otro lado del auricular. Mi jefe soberbio que me trata como basura. La sensación de no ir hacia ningún lado. Estar a la deriva.
-Vamos, eso no es el fin del mundo. No seas mariquita, si muchas personas tienen el mismo problema que tú. El mundo gira, ¿porqué no avanzamos con él? Hablemos claro, dime lo que realmente te molesta.
-A ti no se te va una ¿cierto? Es Daniela, ella me tiene las vértebras adoloridas.
-¿Qué hizo o qué de qué? Si es tan simpática
-Claro que lo es. Pero se aprovecha de mí, me engaña con cualquiera que le tire la onda, a veces hasta con los que no. Creo que no sólo me usa a mí, creo que es igual con todos los hombres. Les exprime todo uso posible y después les deja. Encuentra un enfermo placer en hacerme esto. Después viene y me dice que soy importante para ella y así. Según me ama, pero tú y yo sabemos que no.
-¡Ah! ¡Qué maldita! Deberías estar con alguien que te aprecie en serio. No te dejes pisotear.
-¿Se puede querer y odiar a alguien al mismo tiempo?
-Me parece probable, sí. ¿Qué sentimiento te domina más? Es algo como la simbiosis, el odio y el amor se necesitan.
-Si tengo que decir uno... diría que la odio más de lo que la quiero.
-El odio corroe. El ácido mortífero del ser. Pero hay que aceptarlo, es tan útil y necesario como peligroso.
-Vaya que sí. ¡Quisiera estrangularla! Por lastimarme. No tiene derecho.
-Ya, ya, cálmate. Es tan fácil, estrangúlala.
-¡Puta! Qué fácil eh, Danny. No me atrevo ni a matar las arañas del baño, ya parece que voy a andar asesinando.
-Entonces quédate ese odio que, paulatinamente, te va a matar a ti.
-No, no. Tampoco quiero eso.
-Yo puedo hacerlo si quieres.
-¿Hacer qué?
-Matarla, estrangularla.
-Tú estás loco
-Lo sé. Mira, ¿quieres que lo haga o no?

Danny es mi mejor amigo. Es todo lo que yo no soy; atrevido, mordaz, astuto, demente. Siempre tiene una sonrisa en la cara, sus pómulos sonrojados y ojitos vivarachos. Además de que es algo así como un sociópata. Todo el tiempo me exhorta a romper leyes y reglas. Muchas veces (casi siempre), le hago caso.







Es otro tedioso día en el limbo oficinista, respondo llamadas y llamadas. Ese camino no me agrada.
Agrégale vestirse con corbata y saco, me siento atrapado en la vestimenta, sofocado.
Un horario grosero y un calor insoportable, ¡maldita sea la hora en que no acabé la prepa!
Una sola idea en la cabeza: La muerte de Daniela. Danny me dijo que estaría muerta para el anochecer. Miro fijamente el reloj de mi escritorio, parece que el segundero se ha apenado por mis ojos y no quiere avanzar. Lo hace cautelosamente.
Así se me pasan tres horas, por fin mi hora de salida.
Una voz en mi interior proclama por alcohol. Le hago caso y me voy a un bar a beber hasta la inconciencia.

Pasa de la una de la mañana y llego tambaleando a casa. Me siento feliz y libre, sin razón aparente, ¿o si la hay?
Ahí está Danny en la sala, sentado y tierno; sonriente.
-Joe, misión cumplida. La que le hacía jaque mate a tu cabeza ya no existe.
Un breve malestar me aqueja al escucharlo, debe ser la parte de mí que la quiere demostrando su dolor. El malestar da paso a un júbilo exquisito. Celebro tomando una copa de vino, no le invito a mi querido salvador porque no toma.
-Pero, ¿cómo ha pasado?
-¿Quieres detalles? ¿En serio? Quizá no sea bueno para tu sanación.
-Tienes razón.

La Prensa. 17 de marzo de 2009. ¡DESTRIPADA EN CASA!

México, D.F.- Durante el transcurso de la noche de ayer, fue asesinada salvajemente en su hogar Daniela Camargo Chan. El trabajo de los peritos ha iniciado. “La puerta no fue forzada, no hay indicios de allanamiento, lo que indica que conocía al agresor”, dijo el perito Víctor Hernández.
La noticia ha consternado al vecindario. “Era una nena requete tierna y amable, no tenía problemas con nadie. Es tan triste que maten a gente inocente y los malvados sigan vivos. Espero que las autoridades se pongan a trabajar y encuentrensen (sic) al asesino”, dijo la señora Paquita, vecina de la difunta mujer.
Las autoridades trabajan a doble ritmo en el caso. Se intuye la posibilidad de un “crimen pasional” pues no se ha detectado la ausencia de pertenencias valiosas o dinero en efectivo.
El asesino tuvo mucho tiempo pues, como muestran las imágenes adjuntas, fue golpeada y después le sacaron las entrañas.
Lo sorprendente en este rubro es que el asesino tomó el corazón...


Tras haber leído la noticia en un puesto de revistas, decido hablar con Danny. El trabajo se puede ir al quinto infierno, no importa ya. Sólo quiero saber porqué la ha matado con tanto lujo de violencia. ¿Y para qué tomó el corazón?

-Danny, esta vez si te has pasado.
-Calma, calma. Se me fue un poco de las manos. Me resultó muy placentero maltratarla, lo siento. No sabía que fuera tan divertido.
-Lo hecho, hecho está. No estuvo bien. Pero ¿qué carajo? El corazón ¿para qué lo quieres?
-Ah, un burdo simbolismo de lo que a esa mujer nunca tuvo. Es todo.
La plática me deja mas perturbado que aliviado.

Han pasado seis días desde la muerte de Daniela. Aún me debato entre el amor y el odio, el alivio de su muerte y la extrañeza de su ausencia.
Tocan violentamente la puerta.
-¡Abran la puerta! ¡Ábranle a la ley!
-Carajo, no puede ser.
Abro la puerta, disimulando tanto como está a mi alcance el miedo que corrompe mi cuerpo.
-¿Joe Alférez?
-...Eh...sí...¿quién pregunta?
-Necesitamos que nos acompañe.
-¿Porqué?
-Unas cuántas preguntas que queremos hacerle acerca del asesinato de la señorita Camargo...
No quedó más remedio que acompañar a los oficiales.
En la comisaría se siente en el aire el crimen. Me hacen preguntas, más bien buscando mi culpabilidad. Me parece que no me toman por sospechoso, me toman por el asesino confirmado, esa impresión me da.

-Hablemos claro ¿Asesinó o no a la chica?-Inquirió el oficial Del Horno, el de los nudillos ensangrentados.
-No, yo no la he matado.
-Tenía relación con ella, ¿cierto? Un noviazgo.
-Sí, pero no la maté- Desearía que Danny estuviera aquí.
-Entonces, haga el favor de explicarme: ¿Cómo es que se encontró su ADN en la escena del crimen?
Mi rostro debió mostrarse anonadado y atemorizado. Los ojos rebosantes de temeridad me intimidaban. Tuve que confesar lo que sabía.
-Yo sé quién la mató, no fui yo.
-Dígame quién.
-Fue Danny. ¡Mi amigo Danny!
-Señor Alférez, me he tomado la libertad de mandar inspeccionar su casa y ¿sabe? No me gusta que me vean la cara de pendejo.
-¿Porqué lo dice?
-Porque espero que tenga una mejor coartada que inculpar a su amigo Danny. Si no... Ya se chingó.
-Pero... ¡si él lo hizo! ¡Le juro!
-¡Alférez! ¡Déjese de pendejeadas! Encontramos el corazón de la chica, estaba en una cajita de madera en su cuarto. También encontramos a Danny...¿Me va a decir que Danny no es un muñeco de ventrílocuo que tiene su nombre grabado en el saco?

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