Presentación

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lunes, 27 de marzo de 2017

Al caer la tarde

Maltratando a la musa

Al caer la tarde

Al caer la tarde todo es fuego:
las aves vuelan llameantes,
las nubes hace un juego
de colores arrasantes.
La tarde pronto se apaga
y las flamas de las aves
sólo nos dejan ver su llaga
en el cielo; y las claves
nos esconden la llama
que se enciende en la grave
empuñadura de su arma.
El arma es esa llave
que surca el cielo
pintándolo de cobre,
pintándolo de anhelo;
ataca siempre en la tarde;
ataque del ave al vuelo.

Al caer la tarde todo es siempre,
todos en la tierra duermen y
miran para sus adentros; sienten
el calor desvanecerse.
El sol se esconde, no muere.
La luna ilumina tenue,
y la tarde quiere y no quiere
dejar la tierra que arde.
Las bestias al dominarse
por su instinto de Morfeo
se alejan del forcejeo
y esperan a despertarse.

Al caer la tarde todo es calma:
las palabras languidecen,
se convierten en miradas
enamoradas que ofrecen
luz, como polvo de hadas,
amores mudos y silvestres;
los cabellos en los hombros
y también en las almohadas
de la tarde, los escombros,
cubren como espadas.
Nada se mueve al momento
de esperar que el gallo cante,
sólo veo soplar el viento
bailando al caer la tarde.

Talio



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