Presentación

Presentación

viernes, 24 de marzo de 2017

La casa de los espejos

La casa de los espejos
Yo escucho a Serrat
y lo veo todo de otro color

Fantástico invento es el espejo, pues está dentro de aquellos artificios que una vez nacidos, no se pueden mejorar. Pero se pueden alterar. Los espejos nacen siendo perfectos, pero de nada sirven, si no sabemos qué es lo que estamos viendo en ellos. De nada sirve ir a buscarse en el reflejo si no sabemos qué estamos buscando. También hay que reconocer que así como el espejo puede reflejarlo todo, siempre y cuando se pose algo delante de ellos, no todo reflejo es imagen. O al menos, no toda imagen fiel nos ayuda a conocer; a conocernos; o a conocer conociéndonos; o a conocernos conociendo.
Difícil es ver dentro de un espejo, pero fascinante una vez que se revela la imagen. En el arte de ver, porque es un arte, no sólo la imaginación, también el pensamiento que abstrae y que compara nos ayuda a ver mejor. Separamos lo que queremos ver, lo que la intuición nos grita despacito, esto es lo importante; para después, compararlo a la luz de aquello que ya hemos visto o sabemos que es verdad. La verdad, en esto de los espejos, siempre será nuestra piedra de toque, aquella que no nos deje caer al abismo de las imágenes sin sentido, sin lógica o reflexión. Es decir que el arte de ver lo es sólo porque atiende a la búsqueda de la verdad dentro de los límites de aquello que se está pensando.
Verdad es que un espejo lo refleja todo cuanto se pone delante de él. Por eso es que nos damos cuenta que el hombre, ni en metáfora, es un espejo, pues aunque puede reflejarlo todo, no lo hace, porque tiene voluntad. Es decir, busca qué expresar, busca qué recordar, imaginar, pensar, en fin, busca qué reflejar. Y lo que más le importa al hombre es la verdad, tanto como vivir feliz, el resto es humo. Cuando los espejos se llenan de humo, o trabajan con él, se les llama trucos de magia, o engaños. El mago nos presenta un espectáculo con imágenes falsas y todos sabemos que es una ilusión. Peligroso cuando el mago, el show, el humo, comienzan a invadir nuestra vida, presentándose como imágenes verdaderas. ¡Es real!, dicen los entusiastas del 3D.
El realismo que nos invade hoy día, y que es por una parte la copia plana de la vida, y por otra, la máquina de humo que llena toda la habitación, convirtiendo todo en sombras presenciales, es decir, que están en la vida y que se nos obliga a aceptarlas como importantes en ella, nos asfixia poco a poco. El realismo no nos presenta una oportunidad de conocer la imagen verdadera y buena de la vida del hombre, sino que nos llena de sombras que en poco o nada ayudan al conocimiento y perfección de la humanidad. Todo es importante, porque todo es real, porque todo está presente. Poeta ya no es el que pone su mirada para acercarnos a una cuestión importante de la vida y llevarnos seguros a la verdadera imagen del ser humano, sino el que puede reproducir toda la vida sin decirnos nada de ella. Porque de la vida no se puede decir nada y no hay límites. De esto resulta que la vida no tiene sentido ni comunión… Pero yo digo que la palabra que apunta al todo es un vano artilugio de hechicería. Por eso, el ver debe ser un arte: la oportunidad de encontrar en lo común, la belleza y la bondad. De otro modo nos perderemos en el vacío de las vacías palabras.
Hasta Virgilio guiaba a Dante en el infierno. A nosotros sólo se nos está dando el infierno, pero sin nadie que nos guíe. Lo mejor sería salir de esta casa de los espejos en la que entramos para sentir más real la realidad, y dejar escapar de nuestras almas esos humos infectos que en nada nos ayudan, para ver de nuevo en la imagen del hombre y comenzar una búsqueda, ya sea solos o acompañados de los que en la indagación salieron victoriosos y que sus palabras ayudan a ver bien al hombre, como lo son Cervantes, Platón, La Biblia, Flaubert, Shakespeare, Aristófanes, Schiller, Dostoievski, Kafka, Borges, Rulfo, Pacheco, Sabines, Revueltas, Pellicer, Vargas Llosa, Unamuno, Antonio Machado, Hesse, Coetzee, Chesterton, Dickens etc., etc.
Hay que volver a perseguir la buena vida en las buenas palabras, para dejar de ver todo, sin mirar nada.   

Javel 

No hay comentarios:

Publicar un comentario