Presentación

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lunes, 11 de diciembre de 2017

Al mirar... Yo respondo


Al mirar... Yo respondo


Al mirar tanto mis dedos me pregunto
qué busco en ellos cuando te acaricio,
¿serán acaso los destellos que me unto
en la memoria que con tu imagen envicio?
¿O serán las huellas de tu carne
que me hicieron, por siempre, tener hambre?

Al mirar mis labios en tu antiguo espejo
he buscado juventud en mis palabras
que se articulan pero no las dejo
escapar si antes no me hablas;
viven tus palabras y tus besos
en el reflejo de nuestros labios gruesos.

Al mirar mis piernas me pregunto
si el camino trazado por tus pasos
habrá de caminarme hacia otro mundo
dónde sólo alimentan tus abrazos.
¿Será que tu amor es grande y fuerte
como el desconocimiento de la suerte?

Al mirar mis regazo en tu cabeza
no sé si sentirme un hombre bestia
que apacigua antes de morir a su presa,
o sentirme el guardián de la dolencia;
del deseo que tus ojos me han lanzado
cuando aspiras mi corazón enamorado.

Las huellas de tu carne me han cubierto
de un aroma a bosque y a deseo,
me apresaron a vivir en el desierto
luminoso de sexo, de recreo,
me llenaron la boca de embeleso,
me ataron a tu cuerpo: soy un preso.

No hay palabra que no dicte al universo
tiritando en mi lengua entumecida.
Las palabras y caricias son un verso
de un poema que en la lengua me respira.
El discurso del amor es tu figura
que se pone al nivel de mi estatura.

Voy poniendo un pie detrás del otro
en el camino de tu cuerpo desterrado
a ese mundo donde no se ve tu rostro,
donde vivo, a tus pechos, abrazado.
Soy un seguidor de la fortuna,
de tu cama y de tu vientre que es mi cuna.

Preso del magnetismo de tu oído
se levanta el estro por mis venas;
se libera el preso en un gemido
de las pecadoras y sucias cadenas.
Yo te amo y tú también me amas,
me respiras en una y todas las camas.




Talio




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