El viento vino a mis extremidades,
las provocó vertiginosamente,
y con ellas, despiertas de repente,
le di poder a sus necesidades.
Sopló en mi corazón gemas de fuego
eterno pero efímero. Cualquiera,
de esas fuerzas evitará que muera
por dejar que tu viento avive el juego.
El viento vino a hacer molino inquieto
de este molino que el suspiro abraza
como se abraza el viento que se abrasa.
Vino a este corazón un don completo,
divino viento-amor, viento que sana
la tierra donde crece la bardana.
Glauco
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