Presentación

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miércoles, 5 de agosto de 2020

Me encontré con el vate

En un camino largo me encontré con el vate,
el que dijo al colgado que mataría a su padre,
el que le dijo al sabio que hablar es un combate,
el que dijo a la Virgen que ella sería la madre. 

Me dijo que la vida no me quería con ella,
pero si la quería le hablará con gran fuerza.
Que la vida no es nada en esta vieja estrella
donde el amado mata y el amante es la presa. 

Me dijo que mi madre tendría tantos dolores
como tiene alegrías en toda su existencia.
Me dijo que mi padre se iría con los albores
de la vejez que llega, que borra la presencia. 

Me dijo que mi amante no me amaría por siempre
y que mi amor por ella nunca se hizo tan grande.
Que ningún sentimiento se muere eternamente
pero también ninguno es todo en un amante. 

Me dijo que los dioses no quieren ver abajo,
que el Dios de los judíos no puede ver la tierra,
que el Dios de los cristianos no hizo todo el trabajo,
que el Dios de los antiguos en sí mismo se aterra. 

Me dijo que las flores de tipos muy variados,
lavandas, crisantemos, genistas, girasoles,
tenían en sí una caja para tener guardados
secretos de la vida, de médicos y amores. 

Me dijo que el pasado se encuentra en la memoria.
Dijo que la memoria es palpitar presente. 
Dijo que los recuerdos tapizan de oratoria
los muros de la casa donde vive la mente. 

Me dijo que la lucha de dos fuertes potencias
es una guerra vacua sin bandos ganadores
porque son las pasiones, de los guerreros, necias,
y son los pensamientos sangre de las razones. 

Me dijo que mis hijos no sentirían orgullo
de llevar mi apellido, mi gen y mi carácter.
Este fondo maldito que no reclaman suyo:
el peor de los presentes que me trajo aquel vate. 

Y así tras el camino del vate seguí lejos,
hasta donde el olvido soplara sus palabras
como soplan los vientos las canas de los viejos,
hasta donde la suerte se encuentra y no se labra. 

Glauco

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