Un faro viejo, un cigarro en autobús,
una lámpara que no prende con luz,
un camino sin vía ni pavimento,
un niño sin algún nocturno cuento.
Un padre sin el llanto de sus hijos,
un detective sin sus acertijos,
un disco de acetato en el silencio,
un mundo entre desierto y cencio.
Ven y explícame que la ausencia y el tiempo
no se casaron ni se están amando.
Ven y explícame que en el alma y el cuerpo
por siempre me estarás acompañando.
Yo no puedo explicarte. Soy el faro,
soy ese humo invisible del cigarro.
Soy el camino de aquel viejo cuento
en donde un padre carga a su hijo muerto.
Soy el llanto del hijo enmudecido
que llora porque se sabe perdido.
Soy un simple e inútil detective.
Soy alguien que no muere y que no vive.
Ven y explícame lo que no puedo entender:
la imposibilidad de la verdad.
Ven y explícame lo que no puedo ver:
no es una condena la soledad.
Yo no puedo explicarte. Todo pasa,
todo está, todo dura, todo arrasa.
Este mundo se acaba y otro empieza:
nuevo amor, nueva pena, nueva ausencia.
Un dolor, una historia, una mañana,
no vuelven al lugar de donde emanan.
Todo en todo se muere en el calor
del infierno de algún hombre sin amor.
Glauco
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