Pasamos de ser bestias a ser hombres.
Vamos de marionetas a animales.
Con nuestra identidad en un pronombre
se nos revela que somos iguales.
Con el egocentrismo en nuestro nombre
quedan en evidencia nuestros males.
Con nuestra identidad y esencia en vilo
andamos atados a varios hilos.
Por las oscuridades del planeta
pasamos y pasamos y pasamos.
A veces una luz en la torreta
nos da protagonismo y alumbramos.
El mundo, teatro de las marionetas,
se queda mientras nosotros pasamos.
Somos en el planeta un triste hueco.
El mundo es cómico como muñeco.
Glauco
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