Entre las esperanzas y el jamás
se forma el horizonte del desastre.
El desastre comienza en el llorar,
y el llorar es la lluvia que dejaste.
Dejaste confundidas tierra y mar.
Hiciste con mis penas un gigante
que con su gigantesco lamentar
transtorna eternamente mi semblante.
Esta tormenta no sabe callar,
no sabe de la fuerza de su arrastre,
y porque nada sabe trae el mal
de la bondad de la que ya no hablaste.
Dejaste en mi vivir un huracán.
Desastre es vivir y ya no amar.
Glauco
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