Somos los testigos de lo nunca visto:
el mal en lo bueno, el manso feroz.
Somos los humanos y hablamos con Dios
gracias a Dios hijo, hombre Jesucristo.
Ordena los cielos. Ordena los mares.
El hombre no sabe hacer distinciones
entre las espumas y los nubarrones,
tampoco distingue dichas de pesares.
Pone al elegido cerca del tirano,
y pone al pecado junto a la virtud,
porque somos uno y una multitud.
Entre Dios y el hombre hay sólo una mano.
La atraviesa un clavo y en el hoyo pasa
quien no tiene nada pero tiene casa.
Glauco
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