Solamente Dios perdona,
mas mientras llega el perdón
el pecho se desmorona
descubriendo el corazón.
El palpitar resquebraja
huesos, músculos y piel.
La esperanza es la navaja
para un corazón sin fe.
Fluye sangre cuál silicio
por las venas del que espera,
el sufrimiento es oficio
exclusivo de esa fiera.
Sigue siendo consumido
el corazón del malvado,
quedando desprotegido.
Sigue siendo despreciado.
¿Cómo será bueno el hombre
que espera el perdón de Dios
mientras olvida su nombre,
sus amores y su voz?
El corazón descubierto
y el pecho desmoronado
son signo del Dios incierto
que no nos ha perdonado.
Por eso necesitamos
perdón de nuestros hermanos.
Por eso necesitamos
para siempre perdonarnos.
Glauco
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