Me acostumbré a las mañanas
con tu nombre en las ventanas
y con mi soplo de aliento
soplando besos al viento.
Me acostumbré al mediodía
con tu mano entre la mía,
y mi calor en tu mano
destilando amor humano.
Y me acostumbré a la noche
con tu boca siendo un broche
y con mi boca cerrada
morando sobre la almohada.
Uno se acostumbra a todo
y todo parece bello;
se puede ver de otro modo
un deslumbrante destello.
Me acostumbré a las mañanas
con tu ausencia en las ventanas
y con mi falta de aliento
mirando tu nombre al viento.
Me acostumbre al mediodía
con tu mano sin la mía,
sin el calor de tu mano
dejando de ser humano.
Y me acostumbré a la noche,
y es tu boca ese reproche
que hace mi boca cerrada
a la tela de mi almohada.
Uno se acostumbra a todo
y todo parece bello;
se puede ver de otro modo
un efímero destello.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario