Presentación

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sábado, 20 de julio de 2024

Infiel

 
Al Dios del cielo le grité mis penas
y el Dios del cielo enardeció las cuitas
que todo humano lleva entre sus venas:
“si lloras, más lamentos necesitas
para saber sentir las cosas buenas
por las que, enardecido, tú me gritas.”. 
No supe qué decir al Dios del cielo,
porque no ví en sus dichos el consuelo. 

—Maldito Dios— pensé entre mis lamentos.
—¿Cómo se atreve a darme más tristezas?
Consciente de mis turbios pensamientos
el Dios llenó mis penas de sorpresas:
“Yo no doy penas, yo les doy momentos
de vida. Sólo gocen las riquezas
que en todo sufrimiento les revelo. 
La verdadera vida es en el cielo.”. 

Yo no comprendo lo que Dios me dijo. 
Yo no comprendo lo que pido a Dios. 
Si no le exijo a Dios, ¿a quién le exijo
ya no sufrir por este mundo atroz?
Yo sé que Dios sacrificó a su hijo,
mas yo no sé sacrificar mi voz. 
No sé si entenderé lo revelado.
No sé si en realidad Dios me ha ayudado. 

Glauco

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