me llaman a dejar el silencioso
momento en que escribir me vuelve ocioso,
en que confundo ruido con mañana.
Me alargo entre mis brazos y mis piernas:
no hay nada más que yo. Ya no hay más nada
en esta habitación desparramada
de velas y ventanas sempiternas.
A veces entre el ocio me presiono
y busco ver detrás, en el paisaje,
un algo que me invite a hacer el viaje
volátil entre el fuego y el ozono.
Pero no puedo ir. Es la escritura
un ocio que en mis ánimas perdura.
Glauco
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