Imagino que eres dama
elegante y recatada.
Hazme conocer tu cama,
no seas tan maleducada.
¿Cómo vas y te recuestas?
¿Cómo te quedas a oscuras?
Acostada me despiertas
con tu aroma y tu figura.
Debes oler a mil pasos
y a millones de latidos,
debes sentir mis abrazos
y de escuchar mis gemidos.
Recostada y elegante
tu figura se dibuja
invitando hacia adelante,
hasta donde el fondo empuja.
Fuertemente la presión
se relaja en el anhelo
de entregar el corazón
junto a las llaves del cielo.
El cielo es más placentero
y más grande que la vida,
es un placer pasajero
de una memoria que olvida.
Por eso es que te imagino,
porque no tengo memoria,
tengo uno y otro camino
a tu cueva de la gloria.
Debes ser una caricia
entre la piel y la cama.
Debe ser una delicia
saber que eres una dama.
Glauco