Presentación

Presentación

martes, 26 de abril de 2016

JOUSKA

 Lo mejor hubiera sido escribir. Pero estoy falto de experiencias que valgan la pena ser contadas y estoy hastiado de las analogías inquietantes de vidas que corresponden sólo a una imaginación que pretende sustituir con el ensueño la parte que le pertenece a la vida. El gato se cuela entre mis piernas igual que la luz del sol que vacila entre las nubes. Como si las nubes dijeran algo que valiera la pena. Tal vez valen la pena, deberías verlas desde mi ventana. Me gustaría ir a tu casa y saber cuánta ropa de color azul puedo contar tirada en el suelo. Tal vez a ella le gustaría que dijera eso. Tal vez le agrade la idea de un comediante. Sí; la comedia siempre mitiga todos los demás defectos que se agolpan como troncos de mierda en las rejillas de cara al mar. Debería escribir sobre eso y evitarme la pena de llamar a cada una de estas personas, que si bien no crea excusas para no verme, se valen de una vida estructurada en la anticipación de la soledad. No puedes… qué mal. Me hubiera gustado verte. Hace meses que no sé nada de ti. “Y serán otros tantos meses más.” Con honestidad no recuerdo ni de dónde conocí a esa mujer. Tal vez sacar la cabeza por la ventana sea suficiente. Con suerte el vecino peleó con su mujer después de descubrir que se estaba tirando al casero y que esas prórrogas a los pagos mensuales no eran exactamente una dádiva amistosa; probablemente sus hijos tratan de evitar que la golpee en el rostro como cuando la encontró con su amigo; probablemente por la ira y por los meses de no tomar una sola gota de alcohol el sujeto toma un sorbo largo como el Nilo y en un arranque de impotencia sujeta ese televisor viejo, y lo arroja con todo y antena de conejo; con suerte bailará en una de las rendijas y en un malabar ambicioso rodará lo suficiente como para golpearme el cráneo. Con suerte el perro del vecino ladra y se escucha algo además de mi cabeza. ¿Por qué no querría venir?, ¿me adelanté mucho?, ¿debí aplazar la ebullición de honestidad hasta que estuvieras cerca de mí, caminando por el parque con el gorjeo de los pájaros y con las cenizas del mundo flotando lejos de ahí? Sí, eso debiste hacer. Ahora es tarde. La verdad es que tampoco me gustabas. Lo supuse; pude ver mi rostro de idiota reflejado en los vidrios sucios de un bocho desde antes de que siquiera pudieras decir algo. Miré mi reflejo y dije ¿por qué aceptaría? Sí. El bocho viejo de Carlos sigue varado como un pequeño mastodonte que se perdió en la arena de la ciudad. No somos tan distintos.

Sí, esa señora mira en mi frente el sudor de la abstinencia. Lo sabe. Odio a los borrachos. Mi marido era un borracho y se la pasaba metido en las cantinas. Era un buen hombre, pero he visto a muchos buenos hombres caer en las garras del alcohol. No, señora, en realidad es que no bebo tanto. Sólo me siento un poco solo. Cualquier cosa es pretexto. Eso decía mi marido. ¿Su marido murió? No, lo dijo justo en la mañana. En estos momentos debe estar en la cantina. Sí, en la cantina. Ojalá pudiera pagar en la cantina. No. La mano tiembla. Tiene miedo de encontrarse sola contra el viento; tiene la abstinencia de sí misma. La canción es buena. (Mono- are you there?) En esto estoy. Es como el sueño que tuve dormitando ayer. Quisiera disculparme contigo por todo lo malo que hice. Claro, te presento a mi novio.  Mucho gusto; Ten, es un ejemplar de la novela que escribí. Vaya, ya publicaste y todo. Sí, tuve algo de suerte; resulta que un amigo es amigo del director de la editorial y le pasó mis textos. Probablemente el próximo año publique unos cuentos. Recuerdo uno de ellos; me matabas en él. Era parte de la historia. Muchas gracias por el libro, lo leeré en cuanto pueda. Sí, yo creo que era necesario darte uno; eres parte vital de la historia. No te presenté, él es mi ex novio, del que te conté. Mucho gusto. Yo ya me iba. Sí, yo estaba aquí celebrando con unos amigos. No los interrumpo más, que se diviertan y espero que podamos hablar después. Sí, claro. Que suerte lo de tu amigo. Tú no tienes amigos.

No sé. Al fin la supere y empiezo a interesarme por alguien más y nada funciona. Es porque eres tonto. No. ¿Gordo? Tal vez. O es esa verruga en la frente. Seguramente es esa mierda. Siempre intenté quitármela y sólo resultó peor. Seguro son tus ojos pequeños y esa puta costumbre de morderte los labios. Tal vez es ese asqueroso cabello de telaraña. Sí, tal vez. De cualquier manera ella no quiere estar contigo. Ya le contaste del sueño de la novela. Tenía que contárselo. Debe saber que en mi pasado ya amé a alguien. ¿Para qué? Para que sepa que puedo volver a hacerlo. No estabas reparando tejados o matando ratones en la cocina. El amor no es eso. No es como coserte una insignia de boy scout. “He amado”. Sí, es patético. Eres deprimente. Debería salir y pensar en otras cosas. No sirve. La gente te mira y tú apenas sientes la presencia de alguien y ya pusiste esa cara. ¿Cuál? La de no me toques. Sientes la presión del mundo que te ignora y entonces lo arruinas. No puedo evitarlo. Como aquel día en que todos fueron a beber y por primera vez los acompañaste y los atosigaste a todos con tu teoría de las ventajas del canibalismo. Realmente sabes como acercarte a la gente. Es imposible. Siempre encuentro algo en lo que aún formando parte de ellos me mantiene lejano; no es una virtud o un dote superior de inteligencia, aunque bien sé que mi sapiencia es el triunfo de algún ser supremo que no sabía que podía llegar a crear semejante vínculo de cuasi perfección mundana. Deja de hablar mierda. Sí, la verdad es que no me agrado para nada, pero no hay nada qué hacer. Piensas que a ese chico al que no le aprieta el cinturón cuando se sienta (el que se acerca a ella de manera tan fresca) ¿crees que le importa toda esa mierda de la que le hablas? En realidad deberías ser muy estúpido si supones que a ella le importa el sentido del arte de la escritura, de tus breves experiencias nimias reducidas a encuentros superfluos con el desencanto de los vicios,  o que le importa leer tus poemas pusilánimes sacados de la basura de Cavafis. No, son de la basura de Hölderlin. Basura.

 Borracho otra vez. No, hoy no salí a beber. Se nota en tus ojos. Es sólo parte de la tristeza que se sale por donde puede. ¿Por qué estás triste? No lo sé. Tengo familia, dinero, amor… Salud. Creí que te dolían los riñones. Me duelen, pero no es para tanto. Qué bueno que regresaste a casa. Los niños y yo estábamos pensando en que comprar de cenar. Escuché que abrió una nueva pizzería a unas cuantas calles. A ellos les gustará la idea. A mí no tanto. Ayer comieron muchos vegetales. Déjalos pudrirse el estómago un rato. Está bien. Te extrañé. Yo te extrañé mucho más. El editor de la revista llamó y dijo que espera tus propuestas para mañana. Sí, me tiene las pelotas rosas con eso. Estaba pensando en que nos fuéramos de viaje. Me encantaría. Ya viste el cielo; está muy lindo. Las nubes viajan  demasiado rápido. Tal vez sí intentan decir algo de alguna forma. Pero no intentan decir algo así como una predicción, sino más bien atinan el movimiento presente de nuestra mirada. Estás loco. Sólo por ti. Estabas loco antes, no quieras echarme la culpa. Sí. Honestamente desde hace rato que no me siento bien del todo, siento que estoy perdiendo la cabeza y no logro completar ideas que tengan un sentido concreto; algo que hable de mi maldita soberbia por hacerme sentir el hombre más talentoso del mundo. Tal vez estás dejando la soberbia para  escribir más que con el ego. Es posible, pero me da miedo ser idiota. Deja de actuar como uno. Es fácil para ti porque eres perfecta y tu cabello siempre huele bien aunque esté a un metro de distancia, y tus manos nunca tienen una postura incorrecta; es fácil para ti porque eres y serás madre y el mundo gira en torno a la bendición de tu existir sin importar que en ocasiones ni  siquiera puedas mirarme a pesar de cuán honesto he sido contigo; es fácil para ti porque no importa si yo dejo de verte, eres el centro del universo en el que los pensamientos giran y se aniquilan como pequeñas galaxias que no pueden ofrecer más que grumos de identidad; es fácil para ti decirlo porque no luchas día a día con tu autoestima y no pasas ni un solo segundo arreglando una imperfección infinita que con las costumbres negativas de la soledad vienen a acentuar las deficiencias psicofísicas de tu andar por el mundo. Creo que es fácil para ti porque siempre tendrás a alguien que esté contigo sin importar si realmente te ama, o sólo te utiliza. ¿Y eso cómo lo sabes? No sé. Estás borracho. Debería llamarla. Debería aterrizar. Creo que aún no estoy tan ebrio como para no recordar el número… 55871...

-¿Diga?

1 comentario:

  1. Después de leer un par de renglones ya sabía quién eras. Luego llegué al final de la entrada y leí la etiqueta "Nigga´s Palace" y dije: "Ahuevo, ese es mi valedor Ismael"
    Un gusto que estés por aquí, mano.

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