¿La ciudad hace al
hombre o el hombre a la ciudad? Diario paso por el mismo lugar, mismas
escaleras, mismos edificios; pero casi nunca veo el mismo rostro dos veces. La
ciudad parece la misma, al igual que sus calles. Pero, misteriosamente, los
rostros sí son distintos. Estamos todos en el mismo lugar, sin embargo, unos
están alegres, otros tristes, otros amorosos y, por allá, otros discuten. ¿Qué
piensan?, ¿Sus emociones serán producto del lugar? Y, maravilla decirlo, todos
vivimos en el mismo lugar.
Algo que me resulta muy difícil es
saber si acaso el ánimo de las personas depende del lugar donde viven. Por
ejemplo, si es verdad que Finlandia es el mejor lugar para ser feliz, México es
el lugar diametralmente opuesto, es decir, el mejor para sufrir; no sin
mencionar las fabulosas (pero reales) historias del Congo, ¿o eran las
Antillas? Pero, ¿no son los hombres quienes fundaron sus ciudades? Recordemos a
Cadmo, Radamantis, Licurgo, Jerjes, Ciro y Darío, ¿no fue Roma fundada por
Rómulo y Remo? El asunto es complicado. No hay ciudad sin hombres, porque sin
éste no existe aquélla; pero tampoco puede haber un hombre sin ciudad. Un
hombre puede carecer de patria o nacionalidad por diversas razones —como en Novecento de Alessandro Baricco—, pero
su hogar, ya no patria, es el lugar que pisan sus pies y contemplan sus ojos al
mirar el cielo. De ahí el respeto a la naturaleza, porque ésta, en tanto que
cielo y tierra, constituye la morada de la humanidad. El hogar es más real que
la patria porque ésta es ya una abstracción. ¿La ciudad es una abstracción?
También es verdad que las naciones
tienen sus etiquetas: los italianos son mafiosos, los alemanes soberbios, los rusos
agresivos (¿es la agresión consecuencia de haber nacido en Rusia o vivir con
rusos? Si es lo segundo, ¿se puede ser ruso sin haber nacido en Rusia?). Omito
el resto por temor a verme (¿o haberme?) generalizado. Y a todo esto, ¿de dónde
nos viene el carácter adquirido? Si las ciudades fueran netamente artificiales,
¿podríamos volver a fundar un Nuevo México idéntico al actual? Basta de
exageraciones. Lo que sucede, simple y sencillamente, es que hoy vi a un padre
vendiendo pan con su hijo y al verlos creí ver una escena del Emilio de Rousseau. Exacto, vi en las
calles de México una escena novelescamente francesa.
Aurelius
Me recordó a una escena de la película de Adolfo Aristarain "Martín (H)" en la que se habla de la patria.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, disculpa mi retraso. No he visto la cinta, pero prometo verla, pues, en efecto, la patria constituye el problema al que quería señalar. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, disculpa mi retraso. No he visto la cinta, pero prometo verla, pues, en efecto, la patria constituye el problema al que quería señalar. Gracias.
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