Mucho se ha
dicho sobre la carencia de verdad, sobre el subjetivismo o sobre el mundo sin
relaciones (irónicamente se argumenta diciendo que los culpables son los
pensadores, pues ninguno se pone de acuerdo). Sin afán de ser molesto, sino
buscando darle el pertinente reconocimiento a quien se lo merece, me parece que
esto ya fue propuesto por Sócrates (si usted lo quiere comprobar, amable
lector, le sugiero leer el diálogo Teeteto;
si lo googlea verá que es fácil encontrarlo). Es maravilloso encontrar
examinadas nuestras más queridas creencias, nuestros más amados prejuicios, por
el gran Maestro. Pero nuestra maravilla, como la de Euclides, debe llevarnos a
indagar el modo en el cual ya fueron pensadas, tal vez refutadas, las ideas con
las cuales nos manejamos día con día, las que nos parecen tan propias de nosotros;
también podemos maravillarnos y, consecutivamente, espantarnos, ocultándonos en
la oscuridad más cómoda.
Teeteto se
encuentra maravillado y Sócrates aprovecha ese estado para seguir avanzando en
la indagación sobre el conocimiento; ¿esto nos demostrará que le interesa más
la verdad que apantallar muchachitos? El argumento siguiente, aparentemente una
reestructuración mejorada de la anterior indagación sobre la definición de que
el conocimiento es percepción, es bastante complejo. Aunque puede ser resumido
así: el movimiento de las cosas coincide con el movimiento de quienes
percibimos, surge algo de esa coincidencia y se perciben colores, sonidos,
etc., que siempre nos remiten a las cosas. Esto suena maravilloso, muy bonito,
aparentemente verdadero, pero ¿hay percepción sin pensamiento? Dicho de otra
manera: ¿la percepción antecede al pensamiento, como si fueran dos instancias
diferentes pero ambas influyendo en nuestro modo de conocer? Dicho de otro
modo: ¿las percepciones son confusas, indistinguibles entre sí? Quizá sea
cierto lo que dice Sócrates: primero percibimos las cualidades de las cosas y
luego las cosas; primero percibimos un ruido y luego qué lo provocó. Pero el
triunfo de esta respuesta se desvanece con otra pregunta mucho más complicada:
¿hay cualidades de la cosa sin perceptor? O ¿debido a que hay cualidades de la
cosa hay perceptor y debido a que hay perceptor hay cualidades de la cosa?
Entonces ¿por qué si hay cualidades todo está en movimiento? Es decir ¿cómo notamos el constante cambio de una piedra gris aproximadamente del tamaño de una
rata de alcantarilla?, ¿en esto consistirá la prueba a Teeteto, en que distinga
entre lo que es y lo que no es? O ¿irónicamente nos demuestra que si todo
cambia no hay afirmación ni negación posible? Tal vez Sócrates le quiera
demostrar a Teeteto (y a otros más) los absurdos de sus prejuicios; quiere
mostrarle que no es importante tener un sueño muy apantallador y rimbombante; quiere
mostrarle que lo importante no es distinguir entre sueño y vigilia, sino entre
opinión, imagen, apariencia y verdad.
Fulladosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario