Presentación

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miércoles, 20 de julio de 2016

Escritura deshonrosa

Quizá por nuestros tiempos económicos no entendemos cabalmente por qué escribimos. Pregunten a los escritores profesionales o aquellos dedicados por la escritura, si tienen ganancias equiparables con otros oficios. Viene a nuestra cabeza la caricatura del sociólogo, poeta, filósofo o todo dedicado a las letras: alguien desaliñado que vive en la miseria a nuestros ojos. Incluso pasa como el perfecto haragán a quien podemos denostar frente a otros oficios más productivos. Así llega parecer aborrecible el poder escribir.

Arrinconarse en los márgenes tampoco soluciona el problema. En su defensa los practicantes de la escritura llegan a decir que su riqueza no es material, sino mental. Una respuesta emitida desde lo parcial, ya que parece la inversión de la primera acusación. La nobleza en escribir no está en lo negro, sino en lo blanco. La posible crítica a la visión estrecha de miseria (lo cual sí puede ser una realidad), se esfuma rápidamente al no brindar una respuesta completa de por qué escribir. Nuestros tiempos civilizados no permitirían condenar los escritores a la cicuta, en vez de ello se impone el ostracismo. 

Los defensores de la riqueza inmaterial dicen que sus satisfacciones no están en lo material. Afirman que su gusto y placer no lo hallan en vulgaridades tremendas como lujos o alimentos apetitosos. Su producción escrita y señorío en el Topus Uranus basta para llevar una vida feliz, aunque ello implique confrontar un mundo que los aborrece. Todavía mejor: esta confrontación ennoblece su pequeña tragedia en defender su riqueza. Siendo menos general, también existen aquellos que defienden la escritura al considerarla verdaderamente productiva en el mundo. Quizá no tengan un señorío en las altas esferas, pero pretenden ser cualquier labrador en estas tierras. Frente a las críticas de lo insatisfactorio o la falta de resultados en escribir, en ocasiones responden con guardar una vocación distinta. Así como algunos tienen vocación por el dinero, otros la tenemos por escribir. Y así como el dinero regula y es útil en el mundo, asimismo sucede con la escritura. 

Bajo la respuesta ofrecida, la cual es un ideal no muy exorbitado, pelean por un lugar en su sociedad, aunque a veces ésta no quiera brindárselo. A veces enmascarados en otras labores u oficios no dejan de cultivar su vocación. Afirman que las presiones actuales suelen ser incisivas, pero escribir es un constante batallar. No es una simple confrontación, sino una latente y continua. Exagerar o subestimar esta relación trae sus consecuencias, puede llevar al escritor al engaño o a la hipocresía.  Resulta interesante y con un abordaje más sencillo el segundo caso. Quien dice nacer para escribir y no plantea su vida conforme a ello, confiado y cómodo cree ejercer su actividad. Puede ofrecer un sinfín de pretextos con tal de ocultar su renuncia a la batalla. Sin haberlo visto, su oponente ha conseguido la victoria y ensimismado no advierte su ostracismo voluntario (por muy paradójico que suene). 

Librarse de las pautas económicas no requiere de triunfar permanentemente. No significa someter al mundo o creer su producción autosuficiente. En ocasiones los triunfos traslucen en cada lugar donde las letras han vencido a los minutos, cuando un soplo de inspiración genuina se refleja en aquellos lugares. No verse escribiendo por obligación, sin gusto y quizá sin razón alguna, sino estar convencido y creer en lo que se está escribiendo. Oficios como columnista, autor célebre, académico o bloguero son capaces de ocultar este hecho. Ejercen supuestamente con su vocación, cuando en realidad cumplen meramente el requisito. Esto puede hacerse fácilmente en un chispazo, incluso traspasando otros textos para rellenar. Pese a que no llegue a darse cuenta, un fracaso para un escritor sería recordar con fastidio que debe escribir algo. O creer que su producción sólo es un aglomerado —a veces vistosamente arreglado— de letras. La página para leer siempre merecerá su respeto.

Nota final: Por el momento esta entrada será la última en Cera y papel. Recordando una bella pluma, espero que esta ausencia sea sólo por un ratito. Agradezco mucho a los Nombradores haberme aceptado y leído. 

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