Maltratando a la musa
Oración de acción de gracias
De un sol que calienta en derredor
aprecio cada rayo que dibuja
brillo centellante en una burbuja
y sombras en la faz. Gracias Señor
por la luz de día y por el día de luz.
¿Qué dijeron las flores esta mañana
cuando el agua roció sus pétalos de azul?
No hablaron; no hablan; pero, a donde Tú,
volteo y doy gracias con mi voz humana:
Gracias por la flor, el agua, y por la voz.
Me asombran los fieles ladridos del guardián,
los berridos chirriantes del felino aquél,
del insecto familiar su gusto por la miel.
Las gracias de mi ser, un día, sólo serán
susurros en el viento por los que agradecer.
Siento al vecino más y más cerca
y su aliento en la nuca me molesta.
Cuando lo miro en su hora de la siesta,
siento un placer como de agua fresca.
Gracias por poner en breve otros como yo.
Tú no nos diste la guerra ni la batalla,
tampoco el mal de la decadente
enfermedad que no quiere la gente,
pues libres nos quieres y no a raya.
Gracias por darnos la fuerza de vivir.
Al ver que otros reciben lo que no merecen
solemos reprocharle a todo el mundo
la grandeza de nuestro actuar nauseabundo
pensando que de esa grandeza ellos carecen.
Gracias por la caridad y la justicia.
Uno más uno son dos, por la suma,
y dos por tres son seis, multiplicados;
los números, indeseables desquiciados,
son de aquello que en el mundo abruma.
Gracias por la razón y la abstracción.
Por todo quisiera darte gracias, Señor,
y no tengo palabras suficientes.
Miro, de tu amor, tantas y tantas fuentes
regocijando el mundo en tu candor.
¡Gracias, siempre gracias, padre Todopoderoso!
Talio
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