Presentación

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domingo, 13 de noviembre de 2016

Quemando libros



Los lugares comunes o, como más se dice, los clichés, provienen de tan distintos lados que un lugar común sobre los lugares comunes es decir que siempre provienen de la palabra humana. Lo cual, así presentado, suena iluminador, pero suena más a una frase noctámbula. Se ve como un gato en la noche si la idea se queda ahí, es repetida, nunca explicada ni vista desde otra perspectiva; nos muestra, como algo a lo que el sol alumbra, las posibles rayas o manchas del gato si decimos que el entendimiento se suele conformar con lo primero que se le ocurre, que el ser, dada su multiplicidad, no es pensado ni visto como algo múltiple la mayoría de las veces, o que para actuar fácil y despreocupadamente se necesita una justificación fácil y despreocupada. A estas posibles respuestas, que todavía tienen raíces más grandes y largas, se me ocurre sumarle una: la gente se conforma con ideas fáciles porque han leído mal. 

La lectura goza de una gran publicidad, se promueve en comerciales y en frases resonadas que tienen como base el supuesto de que toda lectura es igual, de lo que se olvidan los publicistas es que el libro no sólo es un producto. Leer es una actividad donde el lector le da vida a lo que lee y el libro le da vida al alma del lector. Si no existe la relación del libro con el lector, aunque se inunden los ojos horas enteras de muchas líneas atiborradas de letras, no se está leyendo. Leer implica ir pensando la idea, o lo que alguna escena nos quiere decir, en el orden en el que fue presentada. La frase: “el Quijote es la mejor novela” es dicha sin haber leído las grandes novelas, sin haber pensado el propio Quijote, y, la mayoría de las veces, sin haber leído la propia obra de la que se habla. La frase la usa quien ha leído muchas novelas cuidadosamente y quien no ha leído ni un libro completo. ¿Pero qué diferencia a la novela del cuento, del ensayo, del tratado, del aforismo, del epigrama, de la ocurrencia o de cualquier otra forma en la que se escribe? Sin una mínima idea de lo anterior, basada en la experiencia de la lectura novelística, la frase es algo más que vacua. Casi igual de inocente, aunque más peligroso, es aquel que dice que Quijote es un idealista, pues nos orilla a aceptar que es preferible una mala acción efectiva que una buena intención truncada. Pero el lector menos listo de todos es aquel que dice: “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, el segundo libro más leído del mundo, sólo detrás de la dogmática Biblia, es tan sólo un ingenioso libro de comedia”. Es el menos listo porque aparenta serlo, porque muestra una actitud de desprecio hacia quienes leen la novela buscando sabiduría, y porque no cree que Cervantes pueda enseñarle nada. Hay lectores que muestran su poco amor a los libros pensando que pueden ser maestros de Cervantes u Homero. 

Aprender de los grandes autores es una actitud de rebeldía, pues implica desafiar las actitudes de moda, los clichés. Pensar a través de los mejores autores de la historia implica rebelarse contra lo que uno mismo cree, contra lo que uno siempre ha creído, contra lo cómodamente acoplado en el corazón. Si cuando leemos no cambiamos en algo, quiere decir que estamos leyendo algo muy malo o que simplemente no estamos leyendo. 

Fulladosa

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