Decir que algo
es inefable debería hacernos sospechar de lo que decimos. Si quien afirma que
el lenguaje tiene límites pensara en los límites de su afirmación, seguramente
se daría cuenta que no basta con no entender algo, sino que hay que esforzarse
por pensarlo. Quizá alguien más avezado en las reflexiones sobre los límites
del pensamiento vea que hay experiencias humanas que no se pueden decir, como
las explosivas y tormentosas pasiones. Pero desechar la labor poética es algo
indigno de quien dice pensar. No hay separación clara entre las pasiones y el
pensamiento, la imaginación y las imágenes de la palabra las unen.
La dificultad
por pensar qué hace la poesía y cuáles son sus límites ante el pensamiento, nos
hacen creer que la expresión popular del arte es algo poco pensado o de ánimo
vulgar. ¿Cómo vamos adquiriendo nuestros gustos musicales?, ¿por qué hay
canciones que expresan, y nos permiten entender, mejor nuestro estado de ánimo
que La pasión según San Mateo? Toda
obra de arte expresa y nos exige entender algo distintivo del corazón humano;
la amplitud del alma humana se refleja en el arte. La pregunta por el buen arte
también se puede decir preguntando qué es lo más importante o distintivo y
bueno en el alma humana. Por lo anterior queda más o menos clarificado que lo
importante no es sólo expresar, sino hacerlo bien; hacerlo bien significa que
podamos entender con suficiente claridad qué es lo que nos está pasando dentro
de nuestro corazón, qué es lo que sentimos. Por eso es incorrecto decir arte
popular y arte vulgar, o arte para el vulgo y arte para la aristocracia, lo
correcto es pensar en buen arte y mal arte. Por eso, a su vez, algunas
expresiones de pueblos prehispánicos pueden ondear entre el buen y el mal arte,
aunque hay que reflexionarlo mucho para notar que ese arte nos exige repensar
nuestras creencias y las creencias que ese arte presentó.
La poesía, así
como toda expresión artística, responde a una necesidad por clarificar al hombre
en el mundo en el que vive; lo mismo puede ayudarle leer la Biblia que una
canción de José Alfredo Jiménez, aunque inevitablemente El Libro siempre le dará
más respuestas. La cultura no se debe limitar al canon de su época.
Fulladosa
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