Presentación

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domingo, 14 de mayo de 2017

La pluma de oro



Hace poco lanzaron una pregunta muy interesante aquí en el blog: ¿en qué consiste ser un buen escritor? Los motivos por los que no la hayan respondido o querido responder no me atañen, pues la pregunta es muy interesante. Según se colige de una entrada anterior, no se puede ser un buen escritor, sólo gustar más o menos a los lectores según el ánimo imperante en la época. Eso explicaría por qué son más leídos en la actualidad autores que dentro de cincuenta años serán olvidados que aquellos que llevan cientos de años conquistando los corazones literarios. Creo que por aquí se puede comenzar a ensayar una respuesta. Pero antes de la respuesta hay que refinar la pregunta: ¿cómo logran los libros de los grandes autores desafiar y derrotar al tiempo, cual Zeus ante Cronos? ¿Qué nos dicen las tragedias griegas, el teatro shakespereano o el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, libros que todavía leemos? No sólo son referencias llamadas ambiguamente cultas, sino que las grandes obras siguen imprimiéndose en diferentes ediciones y traducidas a casi todos los idiomas posibles. 

Si pensamos en Shakespeare, por ejemplo Romeo y Julieta, podemos ver cursilería dolorosa, pero también podemos ver un tema general, más que un tema, (porque eso suena a anaquel académico), se puede ver un aspecto humano. Todos nos enamoramos. Pero ¿por qué nos gusta ver a dos enamorados? Eso también lo podemos ver en alguna telenovela o en casi cualquier película con dos protagonistas exageradamente moldeados para agradar al público femenino y masculino. ¿Qué diferencia hay entre la obra más famosa de Shakespeare y The Notebook (Diario de una pasión)? Quizá sea injusto para el dramaturgo inglés acusarlo de que la historia donde pelean los Montesco contra los Capuleto se reduzca a una relación amorosa. Precisamente esa oposición entre amor y venganza, felicidad y tristeza,  representada en cinco actos, sea el verdadero tema de Romeo y Julieta. ¿Pero eso por qué vuelve un clásico a Shakespeare? El tema, mejor dicho, el problema que se presenta en la obra de teatro nos puede dar luces suficientes. Amor y venganza (un tipo de odio) son pasiones básicas en todos los hombres. 

¿El amor y el odio arroparán, conducirán, todas nuestras relaciones humanas? ¿La amabilidad, la alegría y la fraternidad son como el amor? ¿Son, pensémoslas así, disposiciones anímicas agradables que tienen su base en el aprecio y gusto por convivir con otras personas? De la misma manera, ¿el enojo, el egoísmo y la amargura son como el odio? ¿Dichas disposiciones tienen su base en un desagrado, quizá odio, por el género humano? Tal vez estoy exagerando lo que el genio inglés quería decir con Romeo y Julieta, porque ahí se muestran mayormente los actos más atroces de venganza y expresiones majestuosas sobre dos personas enamoradas. Pero tanto la venganza como el amor quitan la vida. Así que es difícil decir que el amor sea mejor que la venganza. Pero quizá sin la tradicional venganza entre los Montesco y los Capuleto, Romeo y Julieta sí hubieran podido consumar su amor. Quizá el sentido de la obra sí vaya a la oposición entre amor y venganza. 

Pero no sólo el tema es lo que vuelve un clásico a Romeo y Julieta, sino también el modo en el que se van contraponiendo ambas pasiones; cómo Romeo, enamorado de Julieta, busca la paz con Teobaldo, pero una vez que éste mata a Mercucio, el recién enamorado maldice su cobardía, se enardece de odio y mata a Teobaldo. De eso se trata: Shakespeare nos permite descubrir que el hombre ama con la misma fuerza con la que odia, y que a ambas pasiones es propenso. Todos los hombres de todos los tiempos hemos amado y odiado. Shakespeare se vuelve un clásico, quizás un buen escritor, por conocer las disposiciones fundamentales del hombre y mostrárnoslas. ¿Si ya no amamos y ya no odiamos dejamos de ser hombres? 

Fulladosa

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