Presentación

Presentación

lunes, 1 de mayo de 2017

Ser dialógico

Ser dialógico
Siempre se escribe para alguien más. Quizás sólo las notas del cuaderno son para nosotros, para el lector que en el futuro siente el paso heraclíteo en sus ojos cuando reconoce los trazos de su pensamiento pretérito. Las notas las hacemos pensando en que nos han de servir; pocas veces se realizan pensando en que a otros también les serán de utilidad. Pero incluso las notas se realizan para experimentar primitivamente el vínculo temporal entre nuestros pensamientos. ¿En quién pensamos cuando anotamos algo? Es un acto de esperanza mínima, no necesariamente religiosa: esperamos seguir presentes en el futuro al que las notas puedan servir. Dejamos palabras para nosotros, o para lo que podamos ser nosotros. Eso nos hace escritores en el sentido más elemental. Pero incluso el género de las notas tiene capacidad de ser manejado con algo de maestría. No sé si eso dependa únicamente del talento del escritor, aunque no dudo de su necesidad. Desde esa privacidad se ordenan los libros publicados, los discursos, a veces los ensayos y, quizás también, los poemas. Es evidente, por ello, que la diferencia entre privacidad y publicidad en la escritura tiene niveles accesibles y otros que dan para la reflexión. Las notas previas a los grandes libros no son los grandes libros, aunque hayan sido su mapa o sus coordenadas. Lo que queda para el escritor seguramente es algo que él no consideró digno de hacerse público.
¿Cuándo un escritor requiere de la polémica, y cómo es este nombre distinto al diálogo que todo escritor aspira a establecer con quien pudiera tropezar con su texto? La polémica indica siempre un intento de pugna. Dirán que ser civilizado es cerrarse a la disposición a polemizar. Dirán también que la sinceridad es la mejor arma de todo aquel que intenta defenderse. En ese grado existe una interpretación de la naturaleza de lo polémico. Sobre todo, existe un sentido de la ofensa, causa siempre incendiaria de la polémica, que requiere de ánimos adversos. ¿En el diálogo, a pesar de los ánimos adversos, se polemiza la verdad? La pregunta es importante en la medida en que la ofensa nos expone como mentirosos, como equivocados, o como sabios retóricos. No son la misma cosa. Los retóricos sabios no son necesariamente mentirosos, pero sí pueden ser encubridores. La interpretación sofística de la retórica afirma que la persuasión proviene de la capacidad de manipular la opinión general. El acto retórico más profundo quizá provenga de hacer que la verdad sea algo para lo que cada quien avanza según su deseo y capacidad.

¿Es la verdad un asunto polémico por naturaleza? No lo reduzcamos a cuestiones de dominio, porque la defensa de uno mismo o de la verdad (no son iguales) puede hacerse polémicamente o dialógicamente. La división que he manejado hasta ahora no incluye por sí una oposición entre ambos ámbitos. El ámbito de nuestros pudores lleva incluso a asesinar la crítica. Quizá la tarea más seria de un escritor sea lograr esa distinción entre la verdad y su ser. Esa es una de las raíces de la exigencia artística de su labor Es una tarea inacabable porque la verdad es una experiencia de ése su propio ser. No es lo mismo que ser objetivos. La polémica se inserta como defensa o ataque, esgrima argumental, que nunca es lógico a la manera de la lógica contemporánea. Un trabajo importante ha marcado la crisis del desprecio por la palabra. La escritura ha de saber recuperar la labor dialógica para entrever la posibilidad o la falsedad de que la voluntad de poder sea el concepto que lidera los impulsos. Ha de aspirar al autoconocimiento en el trato con el otro, para que el pensamiento no sea proyección de la oscuridad. No para mejorar su talento, o para entrar en pugna, sino por el placer de la verdad.


Tacitus

No hay comentarios:

Publicar un comentario