Presentación

Presentación

lunes, 26 de junio de 2017

Caminos de la acción



Las acciones humanas no caen en la posibilidad de ser previstas con certeza. Es cierto. Pero pueden ser previstas. Carecen de la posibilidad de que se realice ciencia sobre ellas, pero no de que dejen de ser racionales. Su propia racionalidad nos muestra que la posibilidad de la acción es teorizable. Podemos reconocer los elementos bajo los que caen todas las acciones. Sin finalidades y sin voluntad no hay acción. Paradójicamente eso no quiere decir que toda acción sea necesaria. Más paradójico es que su falta de necesidad no cancela que una acción pueda verse completa, con principio y fin, que sea causada por algo, que pueda ser comprendida. Sin comprensión de la acción se vuelve imposible entender los límites de la acción humana. Aunque la acción tenga un elemento irracional, la acción no es irracional, ni lo irracional de la acción es incomprensible para el juez de la misma. El problema de la ciencia política no se reduce a los problemas de la acción, pero ese es el primer problema que debe comprenderse. 

Los hombres, en sus relaciones cotidianas, no mantienen los mismos fines ni los deseos por ellos; cambian fines y deseos sin necesidad, pues cambian tanto por alguna decisión como por circunstancias que ellos mismos no deciden, pero sí deciden qué hacer ante determinada circunstancia. Pero los fines individuales se subsumen ante el fin de la comunidad; los fines estrictamente individuales no existen, pero hay fines que destacan porque afectan directamente a toda una comunidad. ¿La finalidad es comprendida por todos? En caso de ser oscura para la mayoría, inclusive para quienes toman las decisiones que pretenden fincar dicha finalidad, ¿se puede hablar de comunidad o se cae en una diversificación de grupos sin mayor unidad que la territorial? Sin lo común la posibilidad de la vida política se dificulta. Pero volviendo común la finalidad tampoco se garantiza la vida política, pues la finalidad puede ser injusta o propiciar la injusticia y eso la vuelve dañina, destructiva, al régimen. En este punto se puede discutir lo bueno y malo para un régimen, lo justo y lo injusto, la virtud y el vicio; los extremos que enmarcan la reflexión sobre la política. La buena finalidad de la comunidad debe dar cuenta del hombre, permitir y, quizá, propiciar su felicidad. El mejor régimen es aquel que propicia la virtud, la justicia, lo bueno. Sin régimen o su posibilidad es inexistente la ciencia política o la filosofía política. 

La reflexión sobre las acciones humanas en comunidad parte de una experiencia política previa y su comprensión. No hay reflexión política sin política; la teoría no antecede a la práctica; comprender la dialéctica, la mutua dependencia, entre la reflexión de la práctica y la práctica misma es indispensable para entender la filosofía política. No hay posibilidad de la ciencia política sin las posibilidades de lo que mueve a actuar al hombre y qué requiere para que pueda alcanzar la virtud. El poeta entiende, mejor que nadie, los distintos caminos que puede tomar el hombre. Pero la causa de que así lo haga, sus medios o posibilidades, y cuál es la finalidad que lo guía, eso depende de quién conozca la verdad del actuar humano. 

Fulladosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario