Llegaste como pirata.
Asaltándome dormido,
sin hacer un solo ruido,
con una sonrisa ingrata,
te arrebataste la bata
y llevaste el edredón
lejos de mi corazón,
te acomodaste despacio
en ese cóncavo espacio
que dibujé en mi colchón.
Algo de sueño y vigilia
se juntaron en mi cama.
No supe si era una dama
aquella figura tibia
o era un sueño de lascivia.
Como no supe qué era
dejé que todo siguiera
hasta poder descubrir
si tenía que ir o venir,
si estar adentro o afuera.
Una vez ya descubierto
el asalto sucedido,
pude ir de estar dormido
a estar más que despierto
dejando el espacio abierto
para que la noche oscura
nos hiciera una armadura
de nebuloso calor,
algo de sincero amor
y sudor hecho pintura.
Para acabarme llegaste
y para dejarme exhausto.
Igual que Mefisto a Fausto
tentándome te acercaste,
lo que diste te llevaste.
No sé si decirle abuso
o si eso ya está en desuso,
sólo sé que espero a diario
que me hagas lo que a Macario
y me des correcto uso.
Glauco
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